viernes, 20 de enero de 2012

Capitulo 7:El Amor No Entiende De Razones

La vida puede cambiar radicalmente, de un día para otro, ¿un ejemplo? Yo. ¿Quién me diría que mi propio novio intentara violarme y matarme? Nadie. Nadie hubiera podido deducirlo, como tampoco hubieran podido deducir, que estas tres semanas que he pasado junto a Justin, han sido las mejores, y lo que aún queda. Creemos todo lo que vemos, sin preguntarnos el porqué. Creemos saberlo todo sobre alguien, pero ocurre algo, algo lo cual no estaba predestinado, o eso creemos, algo que lo cambia todo, algo que cambia la forma de ver la vida y vivirla, y ese algo, puede ser lo mejor que te haya podido ocurrir, o tu peor pesadilla. Jamás pensé que estas palabras salieran de mis labios, pero es la verdad, y es que no puedo ni imaginar que haría sin Justin. Siempre he pensado que Justin era el prototipo de chico al que le importa todo una mierda, el prototipo de chico el cual no tiene escrúpulos y jamás muestra sus sentimientos, si es que llegan a poseerlos. Pero me equivoque, jamás podre borrar de mi mente aquella noche, aquella noche que empezó con mal pié y acabo con final feliz, aquella noche donde Justin me mostró su verdadero yo y donde por primera vez, lo vi llorar, llorar por mí. Le debo la vida, le debo la vida al chico que lanzo una rana sobre mi cara a los seis años, le debo la vida al chico que se disfrazo de payaso el día de mi cumpleaños a los ocho años, solo por ver mi cara de sufrimiento, le debo la vida al chico que puso sal en mi chocolate caliente a los doce años, pero sobre todo, le debo la vida al chico que ha convertido la que iba a ser mi pesadilla durante estos seis meses, en un hermoso y agradable sueño.
Me dirigí al salón y vi a Justin sobre el sofá jugando a la play, que novedad… este no se percato de mi presencia, así que no lo pensé dos veces e hice caso a mi instinto.
-¡Bomba va! –Grite mientras corría en dirección a Justin, este me miro y puso cara de terror mientras se esforzaba por no reír. Salte y me lance sobre él literalmente, este se quejo como un niño pequeño y yo no pude parar de reír.
-¿Te hace gracia no? –Dirigí mi mirada hacia su rostro y pude ver sobre este una sonrisa maliciosa, a saber que estará tramando.
-Mucha. –Mi risa fue disminuyendo por momentos, hasta que finalmente cesó.
-Pues ahora reirás más. –Y como el que no quiere la cosa, comenzó a hacerme cosquillas por todo mi cuerpo. No podía reír más y es que apenas podía respirar, Justin no se cansaba de hacerme reír, pero yo no aguantaba más, estaba quedándome sin fuerzas.
-Jus-Justin por fa-favor para. –Dije como pude- No puedo res-respirar. –Mi tono de voz iba desvaneciendo por momentos y es que apenas quedaban fuerzas en mi cuerpo. Sorprendentemente Justin paro, haciendo así caso a mis palabras. Separó su cuerpo del mío y recobre fuerzas.
-Que poco aguantas enana. –Dijo con un tono de voz burlón.
-¿Qué manía te ha entrado con llamarme enana? –Inconscientemente una sonrisa apareció en mi rostro mientras hablaba.
-No es mi culpa que te saque dos cabezas.
-¡Una cabeza y media listo! –Repliqué.
-Aun así sigues siendo una enana. –Sonrió victorioso.
-Eres tú que eres alto de más. –Ahora yo sonreía victoriosa, esto era un no parar.
Oímos el carraspeo de una garganta interrumpir lo que se podría llamar una conversación y giramos nuestras cabezas al unísono en dirección a la cocina. Pattie nos miraba desde el marco de la puerta con esa sonrisa que solo ella tiene, le sonreí y esta me guiño su ojo derecho.
-No sabéis lo feliz que me hace veros así. –Pattie se acerco a nosotros y nos abrazo, quedando todos juntos y fundiéndonos así en un tierno abrazo- Sabia que tanto odio no podía ser verdad, que algún día os llevaríais bien y si no me equivoco, ese día forma parte de la historia, vuestra historia.
-Mama… -Dijo Justin con un tono de voz desganado.
Sentí como mis mejillas comenzaban a tomar un color rojizo, agache la mirada quedando así fija en el suelo, no entiendo el porqué de esta reacción, pero ahora no es el momento idóneo para pensar una respuesta.
Ya eran las cinco de la tarde, Pattie estaba trabajando y llegaría a altas horas de la noche, asuntos del trabajo. Justin no estaba en casa, si no recuerdo mal, había ido a visitar a un amigo, así que estoy sola, completamente sola. Nunca me ha gustado la soledad, es un sentimiento tan amargo y triste, que ni tan siquiera el más ruin ser vivo, merece sentir en su piel. Nadie merece sentirse solo, todos necesitamos a ese alguien a nuestro lado que nos complemente al cien por cien, y quien diga lo contrario, miente. A ese alguien que nos haga sentir completos, a ese alguien que diga ``si´´ por ti cuando no puedes, a ese alguien que te ayude a escoger el mejor camino entre los muchos otros, a ese alguien que permanecerá a tu lado pase lo que pase, a ese alguien, que sencillamente, te quiera.
Anduve hacia la ventana de mi habitación y contemple la calle, todo estaba oscuro, salvo algunas zonas salvadas por la tenue luz que desprendían unas pocas farolas esparcidas cada veinte metros. No se veía a nadie caminar por la acera, ni si quiera a coches pasar por la carretera, pero es normal, estamos en pleno invierno y hace un frio descomunal, lo mejor que se puede hacer, es quedarse en casa calentito, viendo la tele, o sencillamente, no haciendo nada. Puse mi mirada fija en los cristales de la ventana, y estos estaban empañados. Como una niña pequeña, inconscientemente escribí mi nombre en ellos, recordando viejos tiempos de mi infancia, donde el único problema que se podía tener, era el de no saber que vestido colocar a tu muñeca. Cuando quise darme cuenta, el nombre de Justin estaba justo al lado del mío. Pestañeé varias veces aun estando mi mirada fija en el cristal, y rápidamente pase mi mano derecha por ellos, sin dejar rastro de los nombres. Me dirigí a la cama y me recosté sobre esta, mirando atentamente al techo, como si este fuera a moverse. Escuche unos leves golpecitos en el cristal y dirigí mi mirada hasta ellos, estaba comenzando a llover. Nunca me ha gustado la lluvia, sobre todo los truenos y relámpagos, los detesto. La lluvia fue creciendo de intensidad, y consigo escuche unos truenos, acompañados de largos relámpagos. Como si todo estuviera previsto, las luces de mi habitación se apagaron, quedándome así a oscuras. Me sobresalte, y de un salto ya estaba en el suelo. Mi cuerpo comenzó a temblar, nunca me ha gustado la oscuridad, y como deduciréis, soy demasiado miedica. Me dirigí lentamente hacia la puerta y la abrí a mi paso, salí al pasillo y con paso torpe y mi mano acariciando la pared, di con el interruptor. Lo presione varias veces, pero como suponía, ninguna luz se encendió, ya es un hecho, es un apagón. Juraría que en el pequeño mueble del salón ahí guardada una linterna, pero no estoy segura, tendré que bajar abajo y comprobarlo yo misma. Bajaba lentamente las escaleras mientras agarraba fuertemente con mis manos la barandilla que ahí al lado de estas. Esto me recuerda a las típicas películas de miedo, donde la chica esta sola y desprotegida en casa, sin nadie a quien pueda acudir, fuera ahí tormenta y acaba de producirse un apagón, la chica está muy asustada y no sabe qué hacer, y en el momento menos oportuno, aparece el típico asesino que la atrapa y la mata. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, ¿justo en este instante tengo que pensar en asesinos? Cada día me sorprendo más. Finalmente pise el suelo de la planta baja y paré en seco. Todo está muy silencioso, demasiado. Me dirigí al salón lentamente para no darme de morros contra el suelo, me situé frente al pequeño mueble que se encuentra debajo del televisor y lo abrí. Juraría que escuche un ruido, mas bien, lo he escuchado. Mi corazón iba a doscientas pulsaciones por segundo y mi respiración aceleró. Un presentimiento extraño inundo mi cuerpo y mi cuerpo comenzó a temblar. ¿Y si ha entrado alguien? ¿Y si ese alguien es un asesino? Vale, estoy comenzando a delirar y eso no es bueno. Acelere la búsqueda de la linterna en el interior de aquel mueble. Tenía el extraño presentimiento de que alguien se encontraba tras de mí, pero no tenía el suficiente coraje de girarme y comprobarlo con mis propios ojos, y si… ¿Y si es Joss? ¿Y si ha venido para acabar conmigo? ¿Y si sencillamente estoy perdiendo la cabeza? Sí, estoy segura, es la tercera opción, ¿Cómo van a entrar? Seguro que ha sido el viento o algún ruido del exterior, estoy segur…
-¡Ah! –Grite con todas mis fuerzas. Unas manos rodearon mi cintura y sentía una caliente respiración en mi cuello. Mi cuerpo parecía gelatina, hay alguien tras de mí, no es mi imaginación ni mucho menos el viento, alguien está conmigo, en esta casa. Mis ojos comenzaron a cristalizarse, ¿y si verdaderamente es Joss? Justin no está aquí para ayudarme, estoy sola. Nadie decía nada, yo no podía articular palabra, y fuera quien fuera aquella persona, no se molestaba ni tan siquiera en mover un musculo de su cuerpo. Encontré la linterna y la cogí fuertemente con mis manos, traque saliva sonoramente y saque valentía de donde no la hay, gire mi cuerpo lentamente, como si necesitara que me dieran cuerda, cuando estaba a punto de quedar cara a cara con la persona que me tenia agarrada, encendí la linterna y apunte la luz que deslumbraba esta a su cara. Dicha persona cerró los ojos fuertemente mientras inclinaba la cabeza a un lado. Abrí mi boca a más no poder y me zafe de su agarre, levantándome mientras fulminaba a dicha persona con la mirada.
-¡Eres un idiota! ¿Sabes que has estado a punto de matarme de un infarto? ¡Lo sabes! Pensaba que eras Joss… -Esto último lo dije con un tono de voz más relajado mientras agachaba mi mirada hasta el suelo.
Justin se puso en pie, y se acerco a mí, pero yo retrocedí varios pasos.
-Lo siento, he venido porque ha habido un apagón en todo el barrio a causa de la tormenta y me he acordado de que estabas sola, y al verte no he podido evitar la tentación de asustarte, ¿me perdonas? –Estaba tan cerca de mí, que sentía como si me hubieran hechizado, a pesar de lo poco que alumbraba aquella linterna, podía ver el indistinguible brillo de sus ojos color miel, ¿cómo no perdonarlo?
-Claro que te perdono idiota, ¡pero ni se te ocurra volver a hacerlo! –Le señale con mi dedo índice, como una profesora cuando regaña a un alumno.
Justin sonrió y se acerco mucho más a mí, rodeo mi cintura con sus fuertes brazos y yo pase los míos por su formada espalda. Nos fundimos en un tierno y precioso abrazo, apoye mi cabeza en su pecho, pudiendo escuchar así los continuos latidos de su corazón. Justin subió su mano izquierda hasta mi cabello, acariciándolo suavemente. Esto me recuerda a las escenas románticas de las películas, donde el chico besa a la chica románticamente y después se declaran su amor. Separe mi cabeza del pecho de Justin y dirigí mi mirada hasta su precioso rostro, este me miraba con una preciosa sonrisa sobre el y junto nuestras frentes, mirándonos así fijamente a los ojos, mientras una fina capa de aire era lo único que separaba mis labios de los suyos. Justin desvió su miraba hasta mis labios y relamió los suyos con su lengua. Se estaba acercando, lenta, muy lentamente, ¿íbamos a besarnos? Si es así, yo no voy a hacer nada para impedirlo. Nuestros labios se rozaron fugazmente, y cuando estamos preparados para besarnos, las luces volvieron, haciendo que el televisor se encendiera solo y multitud de aparatos eléctricos hicieran ruidos ensordecedores. Nos paramos en seco y nos miramos mutuamente, no sabía qué hacer, lo más seguro es que parezca un camión de bomberos de lo roja que tiene que estar mi cara, así que sonreí y me separe de él. Justin hizo una extraña mueca con sus labios y se dirigió a apagar los numerosos aparatos eléctricos que parecían cobrar vida, subí las escaleras dirigiéndome a mi habitación, mientras una tonta sonrisa inundaba mi rostro

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