sábado, 7 de enero de 2012

Capitulo 3: El Amor No Entiende De Razones

Baje rápidamente por las escaleras, y todo sea dicho, casi me pego el ostión del año en uno de los escalones. Me dirigí al salón, donde puede visualizar a Justin y Pattie conversando. Justin me miro con cara de pocos amigos y se dejo caer sobre el sofá, cruzándose de brazos como un niño pequeño. Pattie suspiro y se situó enfrente de mí, sonriendo de oreja a oreja, mostrándome sus perfectos y preciosos dientes.
-Cielo, espero que no reacciones igual que Justin. –Hizo una extraña mueca con sus labios y yo asentí en señal de que prosiguiera hablando- Conoces a la señora Smith, ¿verdad?
-Claro, vive dos manzanas más abajo. –Afirme.
-Veras, su marido la ha abandonado y se ha marchado con otra mujer, la pobre no quiere comer ni beber nada y hemos decidido yo, junto con otras amigas más, de pasar esta noche con ella, acompañándola. –Sonrió en modo de disculpa, mis ojos parecían dos platos, ¿pasaremos la noche solos? ¿Justin y yo? Oh Dios mío, ya puedes hacer un milagro de los grandes para que la casa no salga por los aires.
-No te preocupes Pattie, lo entiendo. –Sonreí, Pattie me abrazo tiernamente.
-Gracias cielo –Susurro- eres un tesoro.
Me sonroja ante semejantes palabras, Justin estaba haciendo zapping con el mando del televisor, su rostro se mostraba serio, muy serio. Suspire y observe como Pattie se marchaba por la puerta, llevando consigo un macuto, me sonrió por última vez y cerró la puerta a su paso.
Sentí como mis rodillas empezaron a temblar, ¿qué hago ahora? ¿Debería acercarme a Justin? O ¿hacer como siempre y pasar de él? Suspire y me acerque al sofá, Justin seguía haciendo zapping y tan siquiera se molesto en mirarme. Me senté al lado de este, Justin me miro fijamente a los ojos, nunca me había fijado en ellos, son hermosos, el color miel que abunda en su mirada hace que me pierda en ellos y pierda la noción del tiempo.
-No podemos seguir así. – Dijo Justin dejando el mando del televisor sobre la pequeña mesita de cristal que se situaba en frente del sofá. Espera un momento, ha dicho, ¿qué no podemos seguir así?- Parecemos niños pequeños y precisamente, no lo somos, por lo menos yo… -Esto último lo dijo en un especie de susurro, el cual pude escuchar perfectamente, yo lo mire con mala cara, y este sonrió. ¡Espera un momento! ¿Ha sonreído? ¿Él? ¿Enserio? Creo que Dios me ha escuchado y el milagro está haciendo efecto- Así que he estado recapacitando, ¿por qué no hacemos una especie de tregua? Eso sí, nada de amigos.
-¿Lo dices enserio? –Mi voz sonaba como la de una niña pequeña a la cual le han prometido comprarle un perrito y esta aun no termina de creérselo.
-Enserio. –Afirmo, volviendo a sonreír, su sonrisa era preciosa, incluso superaba la de Pattie, lo que ya es decir…- Y… ¿bien?
-Sonreí, será extraño no insultarnos mutuamente ni chillarnos, pero es lo mejor- Me parece perfecto. –Y una vez más, volvió a sonreír, ¿qué quiere? ¿Matarme con su sonrisa? Por que como siga así va por buen camino…-
Justin se levanto del sofá y yo lo imite, se dirigió a la cocina y se apoyo en la encimera, yo me situé justo delante de él.
-¿Qué te apetece cenar?
-Mm… lo que a ti te apetezca –Sonreí, Justin me devolvió la sonrisa, después puso cara de pensativo y no pude evitar soltar unas pequeñas carcajadas que se escaparon sin previo aviso.
-¿Hacemos unas pizzas? –Sonrió como un niño pequeño, y sin darme tiempo a contestar, empezó a poner sobre la encimera todos los ingredientes necesarios para cocinarla.
-¿La vamos a hacer nosotros? –Pregunte sorprendida.
-Claro, así hay más emoción, o ¿acaso la princesita no quiere mancharse las manos? –Dijo con voz burlona. ¿Princesita? Se va a enterar.
-Al contrario, me encanta cocinar. –Sonreí de oreja a oreja y este me miro sorprendido, me remangue las mangas de mi jersey y me dirigí al fregadero para limpiar mis manos. Las seque con un trapo que había colgado en la pared y me dirigí hacia Justin- ¿No te las piensas lavar? –Pregunte en tono burlón, Justin me sonrió en modo de respuesta y se dirigió al fregadero para lavarse las manos el también. Una vez que termino de lavárselas, comenzamos a preparar la pizza. Abrimos el saco de harina y la mezclamos con los huevos, escuché como Justin comenzó a reírse.
-¿De qué te ríes? –Pregunte frunciendo el ceño, dirigí mi mirada hasta él y comenzó a reírse aun más si es posible.
-Mírate la cara anda. –Dijo intentando parar de reír.
Me acerque al microondas y observe mi reflejo en el. ¡Mierda! Tengo harina en la nariz, ya entiendo el porqué de su risa. Con mi mano me arrebate la harina que se posaba en mi nariz y dirigí mi mirada hacia Justin, fulminándolo con esta.
-¿Con qué esas tenemos eh? –Sonreí maliciosamente y me acerque nuevamente al saco de harina, cogí un puñado con mi mano y sin darle tiempo a reaccionar, se la lance por toda la cara. Ahora la que reía era yo, tenía toda la cara blanca a causa de la harina y yo no podía parar de reír.
-¿Con qué quieres guerra eh? –Y fue así, como empezamos una guerra de harina.
La camisa de Justin pasó de ser negra, a ser de un color blanco roto por completo, tenía harina en el pelo y aun conservaba harina en la cara, yo no decidí mirarme, pero estaría como él o peor. Las risas cesaron y un incomodo silencio inundo la cocina, la que minutos antes, fue nuestro campo de batalla. El rostro de Justin cambió por completo, y a cambio, una sonrisa picarona y seductora apareció en este. ¡Que! ¿Una sonrisa picarona y seductora? Oh no, esto no me gusta ni un pelo.
Justin iba acercándose a mi lentamente, mientras que yo retrocedía a medida que el avanzaba. Seguía acercándose más y más y yo retrocedía todo lo que podía, hasta que mi espalda choco contra la pared. ¿No podrían haber construido la pared en otro lugar? ¡No! Justamente aquí, para fastidiar, Mía, deja de delirar. Justin hizo un movimiento bastante rápido, y cuando quise darme cuenta, me tenía acorralada en la pared, sus brazos estaban a cada lado de mi cabeza. Justin sonrió victorioso y dirigió su mirada hasta mis labios. Podría empujarle y huir de su agarre, pero sería malgastar el tiempo, Justin es mucho más fuerte que yo. Paso su mano derecha sobre sus labios arrebatándose la harina que había sobre estos y acto seguido también paso su lengua, quedando así más apetecibles.
-Justin… -Susurre.
-Shh… -Poso su dedo índice sobre mis labios y cruzamos nuestra mirada, sus ojos poseían un brillo especial.
Justin fue acercándose lentamente a mis labios, la sangre dejo de circular por mis venas, no poseía el control de mi cuerpo y aquello no me gustaba. Cada vez sus labios estaban más cerca de los míos, y cuando estuvieron a punto de rozarse, sentí como lanzaban algo hacia mi rostro, cerré mis ojos y abrí mi boca a más no poder, ¡me la ha colado! Escuche como Justin reía a grandes carcajadas, esto no quedara así, oh no.

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