jueves, 26 de enero de 2012

Capitulo 8: El Amor No Entiende de Razones

El irritante sonido que emite el despertador de mi mesilla hizo que despertara del duce y agradable sueño que estaba viviendo en mi mente. Torpemente levante mi mano derecha mientras la dejaba caer sobre la mesilla con la intención de atinar y apagar aquel irritante sonido. Una vez conseguí mi objetivo, me levante de la cama y me dirigí con paso lento al baño, intentando no dormirme por el camino.
Decidí recoger mi pelo en una cola bastante alta, me dirigí al armario, y de este saque unos pitillos, acompañado de una sudadera beige con letras rosas. Ate unas converse de color rosa palo en cada uno de mis pies y salí de mi habitación, con la intención de dirigirme a la cocina.
-Diría buenos días, pero la expresión de tu cara me dice que para ti no son tan buenos. –Justin estaba sentado en una de las sillas que hay en la cocina mientras desayunaba unas tostadas con mermelada sobre la mesa. Este sonreía e hice el amago de sonreír, pero a cambio hice una extraña mueca con mis labios, lo que hizo que Justin carcajeara.
-¿Qué quieres? Estamos a lunes y encima toca instituto, son las siete y media de la mañana y parezco un muerto viviente, ¿debería de ser un buen día? –Le conteste de una manera bastante desagradable, hasta yo me di cuenta de mi error, pero últimamente no tengo buenos despertares.
- Fiera tranquila, no me comas. –Me acerque a Justin, el cual miraba sus tostadas con tal de no mirarme a la cara, genial, acabo de levantarme y ya he metido la pata.
-Oye… lo siento, no quería contestarte de esa manera, pero solo con pensar en que hoy tengo que ver la cara de pederasta del profesor Brandon, se me quitan las ganas de todo. –Escuche como Justin rió ante mi comentario y me uní a su risa, me senté a su lado y apoye mis codos en la superficie de la mesa, para después apoyar mi cabeza en mis manos, y sin darme cuenta, quede embobada viendo como Justin desayunaba.
-¿Piensas desayunar o prefieres seguir contemplándome? Ya sé que estoy muy bueno pero me vas a desgastar con la mirada. –Las palabras de Justin hicieron que volviera a la Tierra, mientras notaba como mis mejillas se ruborizaban.
-Idiota. –Dije mientras golpeaba suavemente su hombro derecho. Justin se levanto de la silla y se dirigió al microondas, lo abrió y de este saco un vaso de leche, aun caliente, volvió a dirigirse a su sitio, dejando el vaso de leche enfrente de mí, junto con algunas tostadas.- ¿Me has preparado el desayuno? –Estaba asombrada, verdaderamente asombrada, aunque parezca algo insignificante que te preparen el desayuno, para mí es un detalle precioso, sobre todo si viene de Justin.
-Bueno… he pensado que te levantarías tarde y tardarías mucho en preparártelo tú y bueno… total por calentar un vaso de leche más no pasa nada, ¿no? –Su voz sonaba nerviosa, y mientras hablaba dirigió su mano derecha hasta su nuca. Sonreí tiernamente y bebí lo más rápido que pude mi vaso de leche, mientras masticaba mis tostadas.
-¿Vienes conmigo? –Pregunto Justin, nos encontrábamos justamente enfrente de la puerta de su garaje, dispuestos a marcharnos.
-Sí, lo más seguro es que Stefany y Destiny se hayan marchado sin mí, no las llame anoche para quedar e irnos juntas. –Conteste.
-Guay. –Justin me mostro una de sus sonrisas torcidas, casi muero, pero aguante. Presionó un botón de un pequeño control remoto, abriéndose así la puerta del garaje. Tras aquella puerta, se encontraba guardada una moto bastante grande, de color negro, preciosa. Daba la impresión de que era nueva, eso, o Justin la conservaba bastante bien.
-Guau. –Estaba embobada contemplando aquella moto, la tapicería era preciosa y poseía un brillo deslumbrador- No sabía que la tenias. –Esto último lo dije mientras lo miraba a sus preciosos ojos miel.
-La tengo desde hace bastante tiempo, solo la saco en ocasiones especiales. –Contesto.
-¿Ir al instituto es una ocasión especial? –Pregunte burlona.
-Claro, te llevo en ella. –Y dicho esto me guiño su ojo derecho, mientras se dirigía a la moto sonriendo. Me quede en una especie de estado de shock, este chico es increíble. Se monto sobre el negro asiento de la moto y la arranco, haciendo el típico ruido que suelen hacer los motores de las motos al arrancarse- ¿No te montas? –Pregunto burlón. Negué rápidamente con mi cabeza, saliendo así de mi trance y me dirigí hacia la moto, donde se encontraba Justin- Ten cuidado, apoya el pie ahí. –Señalo- Y ahora te impulsas. –Así hice, y en menos de cero coma, ya estaba sentada en aquel blando asiento- Siéntete orgullosa, vas a ir montada sobre mi churri. –No pude reprimir una pequeña risita al escuchar semejante nombre.
-¿Le pones nombre a tu moto? –Pregunte intentando no estallar en carcajadas.
-¿Algún problema? Nena, estas montada en una moto harley davidson modelo 883, me es imposible no ponerle nombre a esta preciosidad. –No dije nada, más bien no sabía que decir, este chico me deja sin palabras.
Salimos del garaje montados en su ``churri´´ y Justin volvió a cerrar la puerta de este con el mismo control remoto, giro el manillar, volviendo a hacer el mismo ruido con el motor que antes, próximo destino: instituto.
-Agárrate fuerte nena, esto se va a mover mucho. –El tono de voz que usaba ahora era… como decirlo, ¿seductor? Si seductor, y no me desagradaba en absoluto.
-¿A dónde me agarro? –La respuesta era más que obvia, pero me gusta hacerme pasar por inocente.
-Claramente a mi nena. –Un escalofrío recorría mi cuerpo cada vez que me llamaba así, me gusta.
Pase mis manos tímidamente por su cintura, acerque mi cuerpo a su espalda lentamente sin dejar ningún espacio intermedio, apoye mi cabeza en esta, mientras la fría brisa acariciaba mis mejillas dulcemente. Sentía una extraña sensación recorrer mi cuerpo, más bien, sentía pequeñas mariposillas revolotear por mi barriga, de un lado a otro, sin dejar ningún rincón por ver. Todo esto es extraño, bastante. Mi mente nunca ha tenido la capacidad suficiente de visualizar un mundo en el que Justin y yo somos compatibles, donde no existe el odio ni el rencor entre nosotros, donde sencillamente, nos comprendemos. Parece cosa del destino, ya que lo que mi mente nunca ha podido imaginar, lo estoy viviendo en mi misma piel.
Pasamos por un bache, lo que hizo que por inercia, apretara mis brazos situados en la cintura de Justin, pegando aun más mi cuerpo contra su espalda, sintiéndome segura.
-¿Estás bien? –Pregunto mirando por el espejo retrovisor. Levante mi cabeza, y asentí mirando por este. Justin sonrió y volvió a dirigir su mirada hacia la carretera.
Aun no entiendo como el señor Brandon no se duerme dando clase, ¿es posible hablar tan lento y al mismo tiempo avanzar tan rápido? Suspire. Al llegar al instituto, la mitad de la gente nos miro sorprendidos, por no decir todo el mundo. Destiny y Stefany me miraban incrédulas, por lo cual tuve que perder bastante tiempo en explicarles todo paso a paso, detalle a detalle. Gracias a Dios que las miradas no matan, porque si así fuera, no estaría aquí para contarlo, ya que algunas chicas parecían lanzar rayos laser con sus ojos contra mí. Dirigí mi mirada hacia mi izquierda, Destiny jugaba con sus bolígrafos, parecía muy entretenida. Mire hacia delante y vi a Stefany hablando con Bill en las ocasiones que el señor Brandon escribía a saber que en la pizarra. Vi caer algo sobre mi mesa, una nota. Mire hacia atrás y me tope con esos ojos que me hechizan, con esos ojos que hacen que pierda la noción del tiempo, con esos inconfundibles ojos miel. Sonreí y abrí la nota cuidadosamente, procurando que el señor Brandon no me pillara.
-Como veo que te aburres y yo también es el momento ideal para hablar por notas.-Reí para mis adentros, este chico parece leerme la mente.
-Tienes razón, ¿sabes? No puedo mirarle fijamente a los ojos, parece que me desnuda con la mirada y me da un asco que ni te imaginas. –Doble la nota varias veces y disimuladamente la lance hacia atrás, asegurándome de que el profesor no me viera y la nota llegara a la mesa de Justin.
Pude escuchar unas pequeñas risitas provenientes de Justin, supongo que por mi comentario en la nota. Abrí mi libreta, fingiendo estar escribiendo algo en ella. Jamás me he llegado a aburrir tanto en una clase, pero las clases de biología del señor Brandon superan los límites permitidos de aburrimiento.
-¿Verdad señorita Wilson? –La ruda voz del señor Brandon captó mi atención, ¿qué me ha preguntado? Todas las miradas estaban fijas en mí, esperando una respuesta. Mire a Destiny, con la esperanza de que me dijera alguna pista sobre la respuesta, pero incluso se encontraba más perdida que yo. No me queda otra, y hare caso a mi instinto estudiantil.
-Sí. –Conteste nerviosa y en voz alta. Escuche numerosas risas tras mi respuesta, fruncí el ceño, ¿qué es tan gracioso?
-Con que los tigres tienen plumas según usted, ¿no? –Sentí como mis mejillas comenzaban a coger color, las risas no cesaban, y con razón, yo también reiría si no fuera mi caso- ¡Silencio! –Grito el profesor, y dicho aquello, no se volvió a escuchar ningún comentario ni risa en todo lo que quedo de clase.
Guarde mis libros en mi taquilla, mientras me preparaba para marcharme a casa. Odio los lunes, aparte de ser el primer día de semana, es el día que te recuerda que falta una eternidad para que vuelva a ser sábado. Suspire y cerré mi taquilla, metiendo en ella la clave correcta. Gire mi cuerpo quedando cara a cara con alguien. Di un grito ahogado mientras pegaba mi espalda a la taquilla, pero cuando vi de quien se trataba, me tranquilice.
-Me has asustado Mike. –Mike es el intelectual de clase, es alto y moreno, sus ojos son verdes, como los míos, solo que los suyos son más oscuros. A pesar de que sus notas no bajen del nueve, Mike es el tipo de chico rebelde y al mismo tiempo tierno, el cual siempre lo vas a tener a tu disposición.
-Lo siento, pero necesito hablar contigo Mía, necesito tu ayuda. –Agacho su mirada, quedando fija en sus zapatos, ¿mi ayuda? Qué extraño.
-¿Qué ocurre Mike? Es la primera vez que me pides ayuda. –Alzo la vista, quedando fija en mis ojos, sus ojos son profundos, pero nada comparados con los de Justin.
-Veras… -Su voz sonaba nerviosa, bastante. Llevo su mano hacia su nuca y almaceno aire en sus pulmones, para luego expulsarlo lentamente- Mía, llevo enamorado de Destiny desde… he perdido la cuenta del tiempo que llevo soñando con el día en el que pueda tocar sus labios con los míos, o sencillamente, rozarlos. Necesito tu ayuda, necesito saber si Destiny está enamorada de otro o no, necesito saber si tengo esperanzas, esperanzas de que algún día estemos juntos, esperanzas de poder decirle te quiero sin miedo, esperanzas, de sencillamente, luchar por ella. –Aquellas palabras, a pesar de no estar dirigidas para mí, me llegaron al corazón, haciendo que fugazmente, la imagen de Justin viniera a mi mente, mostrándome esa sonrisa tan peculiar, que por mucho que intentes, nunca podrás imitar.
-Mike, dalo por hecho, te ayudare en todo lo que pueda. –Sonreí. Al igual que Mike.
-Gracias Mía, gracias en serio, no sé como agradecértelo, acabas de hacerme el chico más feliz del mundo, gracias. –Se acerco a mí, abrazándome tiernamente, mientras apoyaba su cabeza en mi hombro derecho. Di unas cuantas palmadas en su espalda y se alejo de mí, sonriendo como un niño pequeño.
Gire hacia mi derecha, dirigiéndome a la salida, cuando vi a Justin, parado como un pasmarote mientras me miraba seriamente. Negó lentamente con su cabeza y dio media vuelta, dirigiéndose con paso rápido a la salida. Corrí tras él, agarrándolo así del brazo, pero este se zafo de mi agarre y siguió caminando.
-¡Eh! ¡Justin! ¡Mírame! ¡Justin por favor! –Me interpuse en su camino, impidiéndole el paso, no le quedo más remedio que pararse- ¿Puedes explicarme que te ocurre?
-Nada. –Contesto secamente. Intento seguir caminando, pero lo impedí.
-¿Nada? ¡Nada! Justin, entonces porque te comportas así, ¿eh? –No entiendo nada, ¿esta así por un simple abrazo?
-No me comporto de ninguna manera. –Agarro mi brazo delicadamente y me aparto de su camino, pero aun así fui rápida y volví a interponerme en el- Eres cabezota ¿eh?
-No sabes cuánto, ¿y sabes qué? Ya sé que es lo que te ocurre. –Mi voz sobaba segura, bastante, y es que tengo toda la razón.
-¿A sí? –Se cruzo de brazos y elevo su ceja derecha- Muy bien, haber doña sabionda, ¿qué me ocurre?
-Lo que te ocurre, es que estás celoso. –Remarque la última palabra. Justin rió irónicamente y dio una vuelta sobre sí, mientras miraba incrédulo.
-¿Yo? ¿Celoso? Venga ya por favor, que tontería más grande. –Ahora fui yo la que se cruzo de brazos mientras lo miraba a los ojos, fijamente, en ellos veía reflejado toda la verdad, y es que sus ojos me daban la razón, diciéndome que estaba celoso, celoso de un abrazo.
-Si no estás celoso, ¿por qué te comportas de este modo? –No dijo nada, tan solo miraba mis ojos, fijamente. No hicieron falta palabras, ya que su mirada me lo decía todo, contestando a todas mis preguntas.
Se marcho, sin decir nada, y esta vez no se lo impedí. Me siento extraña, extraña por los celos de Justin. Cuando una persona tiene celos, solo puede significar una cosa, una cosa la cual, me da miedo pensar, ya que no quiero hacerme ilusiones, saltar desde el rascacielos, para después descubrir que el paracaídas esta estropeado y no tener nada que hacer. No quiero sacar conclusiones precipitadas de algo lo cual no estoy segura. Justin es como una caja de sorpresas, un día es de una forma, al otro es de otra distinta, y es que con él, todo son emociones fuertes, como una montaña rusa.
Legue a casa, acompañada de Destiny. Entre, Pattie estaba en la cocina, mire a ambos lados, ni rastro de Justin. Suspire.
La tarde paso rápida, demasiado, cuando quise darme cuenta, estábamos cenando, entre un incómodo silencio. Justin apenas dirigió su mirada hacia mí, y Pattie, por más que intentaba descifrar que era lo que ocurría, no consiguió su objetivo.
Terminamos de cenar, y a pesar de ser las nueve de la noche, me dirigí a mi habitación, colocándome así el pijama, y adentrándome en la cama. Dando rienda suelta a mis pensamientos, los cuales intentaba ordenar, pero se resistían. Escuche como la puerta de mi habitación se abría lentamente, no sabía qué hacer, así que seguí mi instinto, haciéndome la dormida.
NARRA JUSTIN:
No entiendo que es lo que me ocurre, porque siento esta rabia en mi cuerpo y estas ganas de partirle la cara a ese tipo. Me he pasado, lo sé, pero mi orgullo es superior a cualquier otro sentimiento, por lo cual no reconoceré lo ya hecho, no reconoceré que estoy celoso.
Involuntariamente, como un imán, me dirigí a la habitación de Mía, abriendo cautelosamente la puerta de esta. La cerré a mi paso y me adentre en la habitación, la cual, a pesar de la oscuridad que abundaba en ella, la tenue luz que entraba por la ventana gracias a la Luna, me permitían ver lo suficiente, me permitían ver a la persona que me está cambiando, a la persona que en este preciso instante, se encuentra durmiendo como un ángel venido del cielo, mi ángel. Me dirigí a la cama lentamente, con la sutileza suficiente para no hacer el mínimo ruido y despertarla. Me senté lentamente sobre el filo de la cama, quedando a mi vista su precioso rostro. Lo acaricie suavemente con las yemas de mis dedos, mientras inconscientemente, sonreía.
-Lo siento. –Susurre- Soy un gilipollas, siempre la estoy cagando, cuando lo único que intento, es acercarme a ti, adentrarme en tu vida, ser parte de ella. No puedo estar separado de ti más de cinco minutos, porque es entonces, cuando mi cuerpo actúa por sí solo, cuando mi cuerpo te busca, y no descansa hasta encontrarte, pero no es solo mi cuerpo, es mi corazón, él es quien ordena a mi cuerpo que te busque, que te abrace, e incluso que te bese. Pero una vocecita retumba en mi cabeza, diciéndome que si lo hago, te perderé, te perderé para siempre, ¿pero sabes qué? No le hago caso, porque durante todos estos años, he seguido siempre a aquella vocecita que me decía que te buscara para pelearme contigo, que te buscara para hacerte enfadar y llorar, y para luego, sentirme como un imbécil, porque esto que siento no es de ahora, esto que siento es de antes, de mucho antes, pero tenía tanto miedo, que invente esta coraza con la esperanza de olvidarte, con la esperanza de que todo fuera pasajero, pero no, esto que siento, no lo puede impedir mi orgullo ni lo puede impedir nadie, porque esto que siento, es verdadero, es algo tan mágico y especial, que me llena, que me llena hasta tal punto, que lo único que necesito para sobrevivir, es tenerte cerca, cerca de mí. Es de locos que te hable cuando duermes, pero de algún modo, siento que me escuchas, siento que escuchas todo lo que digo y con eso, me basta para tener mi conciencia tranquila y ser feliz. –Acerque lentamente mi rostro hacia el suyo, y tímidamente, bese la comisura de sus labios, sintiendo, que toque el cielo con mis propias manos- Te quiero. –Susurre estando aun cerca de sus labios. Y dicho esto, me levante con suma delicadeza de la cama, dirigiéndome hasta la puerta, siendo alumbrado por la tenue luz de la Luna, la cual, me ha estado acompañando y guiando en mis palabras. Salí de la habitación cerrando la puerta, no sin antes, ver a mi ángel por última vez.

viernes, 20 de enero de 2012

Capitulo 7:El Amor No Entiende De Razones

La vida puede cambiar radicalmente, de un día para otro, ¿un ejemplo? Yo. ¿Quién me diría que mi propio novio intentara violarme y matarme? Nadie. Nadie hubiera podido deducirlo, como tampoco hubieran podido deducir, que estas tres semanas que he pasado junto a Justin, han sido las mejores, y lo que aún queda. Creemos todo lo que vemos, sin preguntarnos el porqué. Creemos saberlo todo sobre alguien, pero ocurre algo, algo lo cual no estaba predestinado, o eso creemos, algo que lo cambia todo, algo que cambia la forma de ver la vida y vivirla, y ese algo, puede ser lo mejor que te haya podido ocurrir, o tu peor pesadilla. Jamás pensé que estas palabras salieran de mis labios, pero es la verdad, y es que no puedo ni imaginar que haría sin Justin. Siempre he pensado que Justin era el prototipo de chico al que le importa todo una mierda, el prototipo de chico el cual no tiene escrúpulos y jamás muestra sus sentimientos, si es que llegan a poseerlos. Pero me equivoque, jamás podre borrar de mi mente aquella noche, aquella noche que empezó con mal pié y acabo con final feliz, aquella noche donde Justin me mostró su verdadero yo y donde por primera vez, lo vi llorar, llorar por mí. Le debo la vida, le debo la vida al chico que lanzo una rana sobre mi cara a los seis años, le debo la vida al chico que se disfrazo de payaso el día de mi cumpleaños a los ocho años, solo por ver mi cara de sufrimiento, le debo la vida al chico que puso sal en mi chocolate caliente a los doce años, pero sobre todo, le debo la vida al chico que ha convertido la que iba a ser mi pesadilla durante estos seis meses, en un hermoso y agradable sueño.
Me dirigí al salón y vi a Justin sobre el sofá jugando a la play, que novedad… este no se percato de mi presencia, así que no lo pensé dos veces e hice caso a mi instinto.
-¡Bomba va! –Grite mientras corría en dirección a Justin, este me miro y puso cara de terror mientras se esforzaba por no reír. Salte y me lance sobre él literalmente, este se quejo como un niño pequeño y yo no pude parar de reír.
-¿Te hace gracia no? –Dirigí mi mirada hacia su rostro y pude ver sobre este una sonrisa maliciosa, a saber que estará tramando.
-Mucha. –Mi risa fue disminuyendo por momentos, hasta que finalmente cesó.
-Pues ahora reirás más. –Y como el que no quiere la cosa, comenzó a hacerme cosquillas por todo mi cuerpo. No podía reír más y es que apenas podía respirar, Justin no se cansaba de hacerme reír, pero yo no aguantaba más, estaba quedándome sin fuerzas.
-Jus-Justin por fa-favor para. –Dije como pude- No puedo res-respirar. –Mi tono de voz iba desvaneciendo por momentos y es que apenas quedaban fuerzas en mi cuerpo. Sorprendentemente Justin paro, haciendo así caso a mis palabras. Separó su cuerpo del mío y recobre fuerzas.
-Que poco aguantas enana. –Dijo con un tono de voz burlón.
-¿Qué manía te ha entrado con llamarme enana? –Inconscientemente una sonrisa apareció en mi rostro mientras hablaba.
-No es mi culpa que te saque dos cabezas.
-¡Una cabeza y media listo! –Repliqué.
-Aun así sigues siendo una enana. –Sonrió victorioso.
-Eres tú que eres alto de más. –Ahora yo sonreía victoriosa, esto era un no parar.
Oímos el carraspeo de una garganta interrumpir lo que se podría llamar una conversación y giramos nuestras cabezas al unísono en dirección a la cocina. Pattie nos miraba desde el marco de la puerta con esa sonrisa que solo ella tiene, le sonreí y esta me guiño su ojo derecho.
-No sabéis lo feliz que me hace veros así. –Pattie se acerco a nosotros y nos abrazo, quedando todos juntos y fundiéndonos así en un tierno abrazo- Sabia que tanto odio no podía ser verdad, que algún día os llevaríais bien y si no me equivoco, ese día forma parte de la historia, vuestra historia.
-Mama… -Dijo Justin con un tono de voz desganado.
Sentí como mis mejillas comenzaban a tomar un color rojizo, agache la mirada quedando así fija en el suelo, no entiendo el porqué de esta reacción, pero ahora no es el momento idóneo para pensar una respuesta.
Ya eran las cinco de la tarde, Pattie estaba trabajando y llegaría a altas horas de la noche, asuntos del trabajo. Justin no estaba en casa, si no recuerdo mal, había ido a visitar a un amigo, así que estoy sola, completamente sola. Nunca me ha gustado la soledad, es un sentimiento tan amargo y triste, que ni tan siquiera el más ruin ser vivo, merece sentir en su piel. Nadie merece sentirse solo, todos necesitamos a ese alguien a nuestro lado que nos complemente al cien por cien, y quien diga lo contrario, miente. A ese alguien que nos haga sentir completos, a ese alguien que diga ``si´´ por ti cuando no puedes, a ese alguien que te ayude a escoger el mejor camino entre los muchos otros, a ese alguien que permanecerá a tu lado pase lo que pase, a ese alguien, que sencillamente, te quiera.
Anduve hacia la ventana de mi habitación y contemple la calle, todo estaba oscuro, salvo algunas zonas salvadas por la tenue luz que desprendían unas pocas farolas esparcidas cada veinte metros. No se veía a nadie caminar por la acera, ni si quiera a coches pasar por la carretera, pero es normal, estamos en pleno invierno y hace un frio descomunal, lo mejor que se puede hacer, es quedarse en casa calentito, viendo la tele, o sencillamente, no haciendo nada. Puse mi mirada fija en los cristales de la ventana, y estos estaban empañados. Como una niña pequeña, inconscientemente escribí mi nombre en ellos, recordando viejos tiempos de mi infancia, donde el único problema que se podía tener, era el de no saber que vestido colocar a tu muñeca. Cuando quise darme cuenta, el nombre de Justin estaba justo al lado del mío. Pestañeé varias veces aun estando mi mirada fija en el cristal, y rápidamente pase mi mano derecha por ellos, sin dejar rastro de los nombres. Me dirigí a la cama y me recosté sobre esta, mirando atentamente al techo, como si este fuera a moverse. Escuche unos leves golpecitos en el cristal y dirigí mi mirada hasta ellos, estaba comenzando a llover. Nunca me ha gustado la lluvia, sobre todo los truenos y relámpagos, los detesto. La lluvia fue creciendo de intensidad, y consigo escuche unos truenos, acompañados de largos relámpagos. Como si todo estuviera previsto, las luces de mi habitación se apagaron, quedándome así a oscuras. Me sobresalte, y de un salto ya estaba en el suelo. Mi cuerpo comenzó a temblar, nunca me ha gustado la oscuridad, y como deduciréis, soy demasiado miedica. Me dirigí lentamente hacia la puerta y la abrí a mi paso, salí al pasillo y con paso torpe y mi mano acariciando la pared, di con el interruptor. Lo presione varias veces, pero como suponía, ninguna luz se encendió, ya es un hecho, es un apagón. Juraría que en el pequeño mueble del salón ahí guardada una linterna, pero no estoy segura, tendré que bajar abajo y comprobarlo yo misma. Bajaba lentamente las escaleras mientras agarraba fuertemente con mis manos la barandilla que ahí al lado de estas. Esto me recuerda a las típicas películas de miedo, donde la chica esta sola y desprotegida en casa, sin nadie a quien pueda acudir, fuera ahí tormenta y acaba de producirse un apagón, la chica está muy asustada y no sabe qué hacer, y en el momento menos oportuno, aparece el típico asesino que la atrapa y la mata. Un escalofrío recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, ¿justo en este instante tengo que pensar en asesinos? Cada día me sorprendo más. Finalmente pise el suelo de la planta baja y paré en seco. Todo está muy silencioso, demasiado. Me dirigí al salón lentamente para no darme de morros contra el suelo, me situé frente al pequeño mueble que se encuentra debajo del televisor y lo abrí. Juraría que escuche un ruido, mas bien, lo he escuchado. Mi corazón iba a doscientas pulsaciones por segundo y mi respiración aceleró. Un presentimiento extraño inundo mi cuerpo y mi cuerpo comenzó a temblar. ¿Y si ha entrado alguien? ¿Y si ese alguien es un asesino? Vale, estoy comenzando a delirar y eso no es bueno. Acelere la búsqueda de la linterna en el interior de aquel mueble. Tenía el extraño presentimiento de que alguien se encontraba tras de mí, pero no tenía el suficiente coraje de girarme y comprobarlo con mis propios ojos, y si… ¿Y si es Joss? ¿Y si ha venido para acabar conmigo? ¿Y si sencillamente estoy perdiendo la cabeza? Sí, estoy segura, es la tercera opción, ¿Cómo van a entrar? Seguro que ha sido el viento o algún ruido del exterior, estoy segur…
-¡Ah! –Grite con todas mis fuerzas. Unas manos rodearon mi cintura y sentía una caliente respiración en mi cuello. Mi cuerpo parecía gelatina, hay alguien tras de mí, no es mi imaginación ni mucho menos el viento, alguien está conmigo, en esta casa. Mis ojos comenzaron a cristalizarse, ¿y si verdaderamente es Joss? Justin no está aquí para ayudarme, estoy sola. Nadie decía nada, yo no podía articular palabra, y fuera quien fuera aquella persona, no se molestaba ni tan siquiera en mover un musculo de su cuerpo. Encontré la linterna y la cogí fuertemente con mis manos, traque saliva sonoramente y saque valentía de donde no la hay, gire mi cuerpo lentamente, como si necesitara que me dieran cuerda, cuando estaba a punto de quedar cara a cara con la persona que me tenia agarrada, encendí la linterna y apunte la luz que deslumbraba esta a su cara. Dicha persona cerró los ojos fuertemente mientras inclinaba la cabeza a un lado. Abrí mi boca a más no poder y me zafe de su agarre, levantándome mientras fulminaba a dicha persona con la mirada.
-¡Eres un idiota! ¿Sabes que has estado a punto de matarme de un infarto? ¡Lo sabes! Pensaba que eras Joss… -Esto último lo dije con un tono de voz más relajado mientras agachaba mi mirada hasta el suelo.
Justin se puso en pie, y se acerco a mí, pero yo retrocedí varios pasos.
-Lo siento, he venido porque ha habido un apagón en todo el barrio a causa de la tormenta y me he acordado de que estabas sola, y al verte no he podido evitar la tentación de asustarte, ¿me perdonas? –Estaba tan cerca de mí, que sentía como si me hubieran hechizado, a pesar de lo poco que alumbraba aquella linterna, podía ver el indistinguible brillo de sus ojos color miel, ¿cómo no perdonarlo?
-Claro que te perdono idiota, ¡pero ni se te ocurra volver a hacerlo! –Le señale con mi dedo índice, como una profesora cuando regaña a un alumno.
Justin sonrió y se acerco mucho más a mí, rodeo mi cintura con sus fuertes brazos y yo pase los míos por su formada espalda. Nos fundimos en un tierno y precioso abrazo, apoye mi cabeza en su pecho, pudiendo escuchar así los continuos latidos de su corazón. Justin subió su mano izquierda hasta mi cabello, acariciándolo suavemente. Esto me recuerda a las escenas románticas de las películas, donde el chico besa a la chica románticamente y después se declaran su amor. Separe mi cabeza del pecho de Justin y dirigí mi mirada hasta su precioso rostro, este me miraba con una preciosa sonrisa sobre el y junto nuestras frentes, mirándonos así fijamente a los ojos, mientras una fina capa de aire era lo único que separaba mis labios de los suyos. Justin desvió su miraba hasta mis labios y relamió los suyos con su lengua. Se estaba acercando, lenta, muy lentamente, ¿íbamos a besarnos? Si es así, yo no voy a hacer nada para impedirlo. Nuestros labios se rozaron fugazmente, y cuando estamos preparados para besarnos, las luces volvieron, haciendo que el televisor se encendiera solo y multitud de aparatos eléctricos hicieran ruidos ensordecedores. Nos paramos en seco y nos miramos mutuamente, no sabía qué hacer, lo más seguro es que parezca un camión de bomberos de lo roja que tiene que estar mi cara, así que sonreí y me separe de él. Justin hizo una extraña mueca con sus labios y se dirigió a apagar los numerosos aparatos eléctricos que parecían cobrar vida, subí las escaleras dirigiéndome a mi habitación, mientras una tonta sonrisa inundaba mi rostro

martes, 17 de enero de 2012

Capitulo 6: El Amor No Entiende De Razones

Estaba hablando con Justin por teléfono, cuando alguien golpeo mi mano, haciendo que el móvil cayera al suelo y cada pieza de este quedara esparcida por todo el oscuro callejón. Mi cuerpo volvió a temblar, y sentí como la sangre que circulaba por mis venas se congelaba. Mi respiración aceleró, mis manos comenzaron a sudar y mis ojos volvieron a cristalizarse. Sentí como agarraban fuertemente mis muñecas y me empotraban contra la pared. Joss me miraba furioso, mostraba sus dientes como si de un animal salvaje se tratara, y estuviera a punto de devorar a su presa, respiraba agitadamente, a causa de la ira que recorría su cuerpo. Trague saliva sonoramente y note como una lagrima, volvía a recorrer el mismo recorrido de hace apenas minutos.
-Joss por favor… -Intente hablar, pero fue inútil, como suponía, no dejo que acabara mi frase.
-¡CALLATE! –Grito, jamás pensé que Joss pudiera tratarme de esta manera, es más, jamás pensé que pudiera pasarme algo así, y menos con Joss- Eres una nena mala –Su voz parecía la de un psicópata, jamás he llegado a sentir tanto miedo recorrer mi cuerpo y lo que más me sorprende, es que este miedo, lo ha producido Joss- ¿Y sabes que les pasa a las nenas malas? –Dirigió su mirada hacia mis ojos, veía borroso a causa de mis lágrimas. No dije nada, no me atrevía a decir nada, más bien, no podía articular palabra- ¡CONTESTAME! –Me sobresalte y negué rápidamente con mi cabeza. Joss sonrió malvadamente y apretó aun más mis muñecas. Acerco su rostro al mío y dirigió su boca hacia mi oído, susurrando en este- Hay que castigarlas.
Sus palabras hicieron que millones de lágrimas salieran de mis ojos, rápido, muy rápido, como si huyeran de algo. Joss se alejo de mí, soltando así mis muñecas, no entiendo el porqué, pero doy gracias a ello. Dirigió su mano hasta su bolsillo trasero, sacando de este algo, lo cual no pude ver bien. Mis ojos se abrieron como platos al observar lo que Joss poseía en sus manos. Sentí un fuerte dolor de barriga, acompañado de un pequeño mareo y nauseas; lágrimas y más lágrimas se perdían en el frío suelo de aquel callejón, algunas conseguían terminar el trayecto y acabar en mi barbilla, otras, no tenían tanta suerte. Joss abrió la navaja que poseía en su mano y deslizo su dedo índice por ella, lo dejo posado sobre el filo de esta y nuestras miradas se encontraron.
-Es una pena que una chica como tú, acabe de esta forma. -¿De esta forma? ¿A qué se refiere? No irá a… Oh Dios mío, por favor ayúdame, te lo ruego, no me abandones, por favor.
-Joss por favor no cometas ninguna locura, algo de lo que te arrepentirás más tarde, piénsalo bien, ¿enserio? ¿Enserio vas a hacer esto, por no querer hacerlo? Joss no tiene ningún sentido que…
-¡CALLATE! –Me interrumpió- No sabes nada, ¡NADA! Sobre mí, ¿arrepentirme? ¿De qué? ¿De poder librarme de ti? ¿De acostarme con quien se me pegue la gana? –Rió irónicamente- Mía, Mía, Mía… Que ingenua puedes llegar a ser, ¿sabes? Te contare un secreto, total, de aquí tú –Resalto la última palabra- No sales viva.
¿Enserio voy a acabar de esta manera? ¿Mi vida acaba aquí? Mis lágrimas no cesaban, y yo no hacía nada para poder evitarlas. Parece que aquí acaba todo, no podre cumplir mis sueños, no podre conocer al hombre de mi vida, no podre formar una familia, no podre tener hijos, no podre envejecer y ser abuela, no podre ver a mis nietos correr por el jardín, no podre construir una vida.
-He perdido la cuenta de las veces en las que me he acostado con otras, tú y tus escusas, estoy arto, pareces una cría de preescolar, ¿y sabes qué? Eso no es lo único, no vas a ser la primera, a la que le voy a arrebatar la vida con mis propias manos, no sabes ¡nada! Absolutamente nada de mis trapicheos. –Estaba en estado de shock, ¿no voy a ser la primera? Eso quiere decir que… Oh Dios mío, ¿de quién he estado enamorada durante todo este tiempo?
Joss fue acercándose hacia mí, señalándome con la navaja. No tenia escapatoria, estaba perdida, hasta aquí a llegado todo, adiós.
Cerré mis ojos fuertemente, pero aquello, no impedían que las lagrimas cesaran. Gire mi cabeza hacia la derecha, manteniendo mis ojos cerrados, aun no termino de creerlo, es todo tan irreal. Podía escuchar los pasos de Joss acercándose, retumbaban por todo el callejón. Sentí la respiración de Joss sobre mi cara, estaba acariciando mi cuello con el filo de la navaja y miles de escalofríos recorrían mi cuerpo sin pausa. Cuando Joss estaba preparado para hincarme la navaja y yo estaba a punto de despedirme de la vida, deje de percatar el calor que desprendía el cuerpo de Joss al estar tan cerca de mí y escuche un fuerte estruendo. Abrí mis ojos de par en par y pude visualizar a Joss en el suelo, sobre él, se encontraba un chico propinándole multitud de puñetazos en la cara. Dicho chico poseía una negra cazadora de cuero, unos pantalones tejanos y unas supras negras. No podía abrir más mi boca y, si era posible, más lágrimas aun se deslizaban por mis mejillas, pero ahora, eran lágrimas de alegría. Justin estaba sobre Joss, parecía fuera de control, como si sus manos actuaran por si solas. Mi vida ha cambiado demasiado, siempre la he comparado con historias de cuento. Yo era la princesa, con una vida de ensueño, padres perfectos y notas excelentes. Joss, mi apuesto príncipe, el chico que siempre hace suspirar a las demás damiselas. Y por último, Justin, el horrible y despiadado ogro que siempre lo estropeaba todo. Parece ser, que mi historia ha cambiado, mi apuesto príncipe, se ha convertido en el horrible y despiadado ogro sin corazón, y ahora Justin, ha pasado a ser el apuesto príncipe de mi historia, el apuesto príncipe que acaba de salvarme la vida y no sé como podre agradecérselo. Justin seguía sobre Joss, pero este hizo un movimiento demasiado rápido, quedándose así sobre Justin y propinándole puñetazos. Di un grito ahogado al ver la escena, observe el suelo y pude ver la navaja a mis pies. No lo pensé ni tan siquiera una vez y corrí hasta Joss, subiéndome a su espalda y golpeando esta con mis puños cerrados. Este se levantó y quede colgada de su espalda, hizo un movimiento demasiado brusco, haciéndome caer al suelo de espaldas y dándome un fuerte golpe en la cabeza.
Me encontraba acostada sobre el frío suelo, veía todo borroso a causa del golpe y un fuerte dolor inundaba la parte posterior de mi cabeza, juraría que escuche a Justin decir unas cuantas palabras, pero no pude escuchar bien que era lo que decía. Me puse en pie como pude y me lleve las manos a la cabeza, me encontraba mareada. Pestañeé varias veces y mis ojos pudieron captar a Joss en el suelo, con un ojo morado y sangre por toda la cara. Estaba retorciéndose de dolor sobre el suelo, ya que Justin, estaba dándole multitud de patadas en su costado. No sé porque lo hice, pero me acerque a Justin y lo abrace, fuerte, muy fuerte, para que parase, porque si seguía así, iba a matarlo.
-Justin por favor para. –Solloce- No merece la pena que sigas, acabaras matándolo, y lo único que conseguirás, será perder el tiempo. –Lágrimas y más lágrimas volvieron a salir sin permiso de mis ojos. Justin me miro fijamente y me devolvió el abrazo el doble o triple de fuerte.
Se separo de mí y miro a Joss con rabia, ira, furia, y sobre todo, asco.
-Dale las gracias a Mía, porque si no, estarías muerto. –Y dicho esto, paso su brazo por mis hombros y nos alejamos de aquel oscuro y frío callejón.
Alce mi vista y me fije en el rostro de Justin, de su labio salía sangre y lo tenía un poco morado, lo más seguro, es que lo tenga partido, por mi culpa. Pase mi brazo izquierdo por la espalda de Justin y mi brazo derecho por sus abdominales, me agarre las manos y quede abrazada a su cuerpo. Justin miraba al frente y susurraba algunas palabras, pero no pude escuchar cuales eran. Sentí como paró de sopetón y yo me pare junto a él, giro su cuerpo quedando frente a mí y me abrazo, hundí mi cabeza en su pecho y pase mis manos por su espalda, aferrándome aun más a su cuerpo. Justin apretaba sus brazos contra mi espalda, y juraría, que sentí una mancha de agua en mi hombro derecho. Me separe lentamente de él, y para mi sorpresa, estaba llorando, ¿llorando? Era la primera vez que lo veía llorar. Apoye mis manos en sus mejillas y con mis pulgares arrebate sus lagrimas, y sin darme cuenta, yo también estaba llorando.
-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. –Repetía una y mil veces- Perdóname por favor, perdóname por lo de esta mañana, perdóname por todos estos años en los que no te he dejado vivir, perdóname por ser un gilipollas sin corazón, perdóname por gastarte bromas sin escrúpulos, perdóname por estar llorando como un nenaza y perdóname por no callarme ni debajo del agua. –Esto último hizo que soltara una pequeña risita y Justin sonrió, apoyo sus manos en mis mejillas y me imitó, arrebatándome mis lágrimas con sus pulgares.
-Perdóname tu a mí –Comencé a hablar- por haber sido una creída durante todo este tiempo, por haberte sacado de tus casillas, por haberte gastado esa broma esta mañana, por haber hecho que te pelees, por tener tu labio partido por mi culpa, por… todo en general. –Sonreí, y Justin me devolvió la sonrisa, me abrazo tiernamente y me susurro en el oído- No es tu culpa, es el destino. –No entendí sus últimas palabras, pero no les di mucha importancia, beso mi frente tiernamente, a pesar de tener su labio en aquel estado, y volvimos a casa, entre un precioso cielo estrellado
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Tablón

jueves, 12 de enero de 2012

Capitulo 5: El Amor No Entinde De Razones

Los rayos del sol dieron de lleno en mi cara, lo que hizo que abriera mis ojos lentamente. Lo primero que mi vista capto, fue la cara de Justin, estaba durmiendo la mona, tenía la boca medio abierta y si escuchabas atentamente, incluso podías oírlo roncar un poquito. Intente levantarme, pero mi intento fue en vano, Justin me tenia agarrada de la cintura y su pierna derecha estaba sobre las mías. Suspire. No me queda otra que despertarlo.
-Justin… -Susurre en su oído- Justin… -Volví a susurrar, mientras que con mi mano izquierda movía lentamente su hombro. No hay manera de despertarlo, tiene un sueño bastante profundo, no me queda otra, usare mi plan B…- ¡JUSTIN, JUSTIN DESPIERTA POR FAVOR, LEVANTATE RAPIDO POR LO QUE MAS QUIERA LA CASA SE QUEMA! ¡JUSTIN POR FAVOR DESPIERTA! –Chille todo lo que mis pulmones me permitían.
Justin abrió sus ojos de par en par, haciendo un movimiento demasiado raro, lo que le conllevó, a darse de morros contra el suelo. Mi risa no tenía fin, gateé hasta el borde de la cama y pude observar a Justin en el suelo, sus brazos estaban estirados al igual que sus piernas, parecía un avión. Me encogí y lleve mis manos hasta mi barriga, me dolía a causa de la risa y es que era una estampa súper graciosa. Justin se levanto del suelo y se sentó en el filo de la cama, llevándose las manos hacia la cabeza. Me senté a su lado una vez mi risa ceso y mire su rostro, estaba… ¿enfadado? ¿Se ha enfadado por una broma? Esto no puede ir enserio.
-Justin lo siento, pero no te despertabas ni con bombas y no me quedó otra que usar mi plan B, nunca falla, piensa que hubiera sido peor si utilizo mi plan C, lanzarte un vaso de agua helada. –Sonreí, con la intención de que Justin sonriera conmigo, pero nada, ni tan siquiera me miro. Pose mi mano sobre su hombro, pero Justin se deshizo de ella bruscamente. No entiendo el porqué, pero sentí como mis ojos empezaban a cristalizarse- Justin… -Dije en un hilo de voz.
-Déjame. –Contestó secamente, ya no pude retener más mis lágrimas y sentí como una se deslizaba sobre mi mejilla. Justin se giro rápidamente con una gran sonrisa sobre su rostro, permitiéndome ver sus preciosos y blancos dientes- ¡Era broma! ¡Te lo has creído! Esa ha sido mi forma de devolverte la brom… -Su voz iba disminuyendo de tono conforme vio mi lagrima deslizarse por mi mejilla- ¿Estas llorando? –Justin me miraba atónito, su broma no ha causado gracia, por lo menos en mí- Mía yo… -Acerco su mano hasta mi brazo, pero me levante rápidamente de la cama, sin permitirle acabar su frase, lagrimas se deslizaban por mis mejillas, y aun no entiendo el porqué.
-¡Eres un idiota! –Y me marche de su habitación corriendo, me sentía como una tonta al irme de esta manera, pero no lo pensé dos veces e hice caso a la vocecita que retumbaba en mi cabeza.
NARRA JUSTIN:
Todo ha pasado tan rápido, que aun no entiendo que es lo que ha ocurrido, lo que sí sé, es que Mía se ha marchado de mi habitación mientras lloraba, y como ella ha dicho, me siento como un idiota. Podría ir tras ella, pero no solucionaría las cosas, al contrario, las empeoraría ya que no quedra verme ni en pintura. Me dirigí al baño que hay en mi habitación y cerré la puerta de este. Me deshice de las dos únicas prendas que había sobre mi cuerpo, mi pantalón y mi bóxer. Entre en la ducha y cerré la mampara. El agua caía de arriba a abajo, mojando mi pelo, para después deslizarse por mi cuerpo. Eche mi cuello hacia atrás y solté un gran suspiro, las cosas han cambiado demasiado. Desde que Mía está en mi casa, las cosas no han vuelto a ser como antes, las cosas entre ella y yo. No suelen importarme las mujeres, solo las uso para una noche y al día siguiente, ni siquiera me acuerdo de sus nombres, pero ahora, todo ha cambiado, la situación ha cambiado, mi vida en sí ha cambiado. Ni siquiera entiendo el porqué de este tonto calentamiento de cabeza. Dicen que las cosas suceden por algo, el destino es quien elige las riendas del camino y tú tienes que aceptarlo quieras o no. Puede que esto sea una señal, puede que Mía y yo no podamos llegar a ser amigos, puede que el destino tengo otros planes preparados para nosotros, y en ellos, no venga nada relacionado con una bonita amistad. 
Salí de la ducha y enrede una suave toalla en mi cintura, sacudí mi cabello con mi mano y mire mi rostro en el espejo.
-A quien quiero engañar –Dije hablando solo- las tías se mueren por mi y con razón. ¿Quién se resistiría a mis encantos? Nadie, y Mía no va a ser la excepción, como que yo me llamo Justin Drew Bieber Mallete, que Mía, caerá rendida a mis pies.
Sonreí, es de locos hablar con tu reflejo, pero me da igual, no voy a cambiar por una tía, todas son iguales, muy parecidas a nosotros, nos utilizan y manipulan, hacen con nosotros lo que le vengan en gana, y una vez que consiguen su objetivo, desaparecen, no sin antes restregártelo por la cara y reírse en ella. 
Finalmente ya estaba vestido, baje las escaleras y pude visualizar a Mía en la entrada colocándose la chaqueta.
-¿A dónde vas? –Pregunte, no debería importarme, pero no puedo evitarlo.
-A casa de Joss. –Su voz sonaba seca, bastante seca, no pude evitar sentir algo extraño recorrer mi cuerpo ante sus palabras, no sé de qué me sorprendo, son novios, es normal que queden y hagan cosas… de novios.
-Ah. –Conteste fingiendo estar desinteresado, no entiendo porque me pico con ella de este modo, pero es divertido. Me miró por última vez irónicamente y salió de casa, cerrando la puerta a su paso.
NARRA MIA:
¿Pero de qué va? ¿Ahora me trata así? ¿Cómo si nada le importase? Alucino. Suspire y seguí caminando, Joss me llamó esta mañana, quería que fuera a su casa, pero no me dijo el motivo, pude apreciar que su voz sonaba bastante rara, le ocurría algo, de eso estoy segura, pero ¿el qué? Sin darme cuenta, me encontraba frente la puerta de casa de Joss, no vive lejos de la de Justin, a tan solo dos calles. Toque la puerta y esta no tardo en abrirse, mostrándome tras ella a Joss, este me miro de arriba abajo y se mordió su labio inferior, un escalofrió recorrió mi cuerpo al completo ante aquel hecho. Joss se aparto de la puerta dejándome paso, no dije nada y entre, este cerró la puerta de un portazo, y cuando quise darme cuenta, tenía sus labios sobre los míos, besándome salvajemente. Joss empezó a caminar, sin despegar sus labios de los míos, no me gusta este beso, es más me da asco, no hay una pizca de amor en el, tan solo es lengua con lengua, sin expresar ningún sentimiento. Sentí como caía sobre algo, supongo que el sofá, ya que es blandito y no hemos subido ningunas escaleras. Me encontraba incomoda, no entiendo nada, ¿Qué les pasa a todos hoy? ¿Acaso es el día oficial en el que se está raro, y no me he dado cuenta? Joss se encontraba sobre mí, su peso empezaba a molestarme y asfixiarme, ¿Qué pretende? No querrá hacer lo que estoy pensando, ¿verdad? Separo mi boca de la suya, necesitaba oxigeno, aunque… ese no es el verdadero motivo por el cual la separo.
-Joss, para por favor, podrían vernos… -Intente disimular lo incómoda que me sentía en este instante, y creo que funciono.
-Tranquila, mis padres no están en casa y no vienen hasta mañana por la mañana. –Una sonrisa picara apareció en el rostro de Joss, en cambio yo, traque saliva sonoramente.
Volvió a lanzarse sobre mis labios, sus besos eran bastantes salvajes, empezaban a hacerme daño, empezó a bajar bruscamente por mi cuello, apretaba demasiado sus labios contra mi piel, lo que hizo, que mi cuello tomara un color rojo intenso. No quiero, no quiero hacerlo, y sí, soy virgen. Pienso que la virginidad es algo único, algo que solo pierdes una vez en la vida, y una vez perdida, no hay marcha atrás. Quiero que mi primera vez sea natural, que ambos lo deseemos, que halla amor en cada caricia sobre mi cuerpo, que sea en el momento adecuado, en la situación adecuada, en el ambiente adecuado y la persona correcta. No quiero que mi primera vez sea contra mi voluntad, sobre un sofá, que todo sea de un modo salvaje, donde el chico parece un cavernícola el cual me trata como si estuviera hecha de piedra, y donde, no estoy preparada.
-No Joss, para, para. –Separe a Joss de mi cuerpo, su frente estaba sudada, sus ojos… no me transmitían la misma mirada de siempre, su pelo estaba despeinado, no parecía él, incluso… me da miedo- No quiero Joss –Me levante del sofá y me situé frente a él, pero con una distancia intermedia- No estoy preparada, y tu… estás raro, no eres el mismo. –Joss se levanto del sofá y se dirigió a mí, su mirada estaba apagada, sus hombros caídos y una sonrisa… ¿malvada? ¡Malvada!. Agarro mis brazos y me atrajo a su cuerpo bruscamente, su sonrisa ahora era… ¿Cómo la de un psicópata? Pero ¿qué le ocurre?
-Escúchame bien zorra -¿Qué? ¿Zorra? ¿Me ha dicho zorra? ¡Pero que le pasa!- Vas a hacer lo que a mí me plazca, ¡entendido! –Apretó con más fuerza mis brazos, me dolían, no entiendo que ocurre, este no es Joss, este no es el chico del que me enamore, se que tiene un pronto bastante fuerte, pero esto es pasarse- Y ahora, te voy a hacer mía digas lo que digas.
Volvió a tirarme bruscamente sobre el sofá, introdujo sus manos bajo mi camisa, tocando mi barriga y apretando mi cintura. Lloraba, miles de lágrimas se deslizaban por mis mejillas, acompañadas de sollozos que salían de mi boca. Besaba mi cuello fuertemente, produciendo un dolor descomunal, pero nada comparado, con el vació que siento en mi corazón. Gritaba que parara, que no lo hiciera, le suplicaba a más no poder, pero este ignoraba mis palabras y seguía besándome agresivamente. Levanto mi camisa, besando mi barriga, comenzó a desabrocharse el botón de su pantalón, mis lágrimas no cesaban, al contrario, ahora lloraba más que anteriormente, pero lo vi, como un acto reflejo, vi mi oportunidad, la oportunidad de escapar de su agarre y huir. Ahora que besaba agresivamente mi barriga, su entre pierna estaba sobre mis rodillas, la oportunidad perfecta. No lo pensé siquiera, cuando le di una fuerte patada con mi rodilla, haciendo que este callera al suelo retorciéndose de dolor, aproveché la única oportunidad que tenia y Salí de aquel infierno. Estaba desorientada, mi cuerpo aun temblaba a causa del miedo, no lo pensé dos veces y me escondí en aquel callejón que se encontraba al lado de la casa de Joss, detrás de un contenedor. Mía eres tonta, podrías haber corrido y pedir ayuda, gritar y que salieran en mi rescate, ¡pero no! No se me ocurre otra cosa que esconderme justo al lado de su casa, yo sola, acabo de meterme en la boca del lobo. ¡Claro! Saque mi móvil, lo tenía guardado en el bolsillo trasero de mi pantalón, busque en contactos, mis padres están de viaje, no puedo llamarlos, Destiny esta una semana de vacaciones con su familia, descartada, Stefany últimamente está más pendiente de su novio que de sus amigas, a Pattie no puedo llamarla, solo queda uno… Justin. Vamos Mía, deja tu orgullo de lado y llámalo, no se trata de ningún juego, lo necesito más que nunca.
NARRA JUSTIN:
Estoy tumbado sobre el sofá, matando a zombis sin parar con la play. Escucho la canción de ‘where them girls’, de David Guetta, esa es la canción que uso como tono de llamada. Me levante del sofá y me dirigí a paso lento hacia la mesa, donde se encontraba sobre ella mi móvil, lo cogí y mire la pantalla de este, valla, mira a quien tenemos aquí, si es la señorita Mía.
LLAMADA TELEFONICA:
-Que ocurre, ¿te has aburrido con tu novio? –Dije con voz burlona.
-Oh Justin gracias a Dios, me has contestado a la llamada. –Su voz estaba tomada, podía escuchar algún que otro sollozo por el altavoz del móvil, ¿está llorando?
-Mía ¿qué ocurre?, ¿qué te pasa?, ¿por qué lloras? No te habrá hecho nada ese cara pan, ¿verdad? –Estaba empezando a alterarme y hable rápidamente, no entiendo nada, pero no me gusta ni un pelo su tono de voz.
-Justin no hay tiempo para explicaciones, necesito que vengas a por mí por favor, ¿sabes donde vive Joss?
-Claro, su casa está bastante cerca de aquí.
-Bien pues, necesito que vengas hasta aquí, hasta su casa, estoy en un callejón al lado de esta, Justin por favor se rápido, te necesi… -Colgó, unos pitidos continuos se escuchaban tras el altavoz, ni rastro de la preciosa y dulce voz de Mía. Solo espero que este bien, porque si no, Joss lo pagara muy caro, estoy seguro, de que él, es el causante de todo. Corrí hacia la entrada y cogí mi negra chaqueta de cuero, ya ha oscurecido, a las cinco de la tarde ya es de noche, es lo que tiene el invierno; mama creé que Mía se encuentra en casa de una amiga, no tardara en volver, ha ido a cenar con esa señora a la cual le ha abandonado el marido. Salí de casa, cerrando la puerta a mi paso. Mía, voy a por ti.

sábado, 7 de enero de 2012

Capitulo 4:El Amor No Entiende De Razones

Milagrosamente, conseguimos acabar de preparar las pizzas. Cenamos entre risas y bromas, si, lo sé, suena sorprendente que no nos hayamos tirado los platos a la cabeza y no viniera la legión para separarnos. Después de cenar dejamos los platos en el fregadero y los lavamos. Yo me encargaba de enjuagarlos y Justin de secarlos, hacíamos un buen equipo. Una vez que acabamos de limpiar los platos miramos a nuestro alrededor, en vez de parecer una cocina, parecía que había nevado allí dentro.
-Sera mejor que limpiemos esto. –Justin asintió y abrió la puerta de la despensa, sacando de esta todo lo necesario para dejar la cocina impecable.
-Tu encárgate del suelo –Sentenció Justin- Yo me encargare de limpiar la encimera, el microondas, el frigorífico, las ventanas, las ¿paredes?, joder lo nuestro a sido una guerra y lo demás son tonterías. –Justin miraba la cocina atónito, giraba sobre sí y su boca iba aumentando de tamaño a medida que observaba- ¿Por qué no me encargo de limpiar yo el suelo y tú te encargas de lo mío? –Justin puso la cara de un cachorrito, pero no funciono.
-Se siente, haberlo pensado antes –Me burle de él un rato mientras que este me maldecía por lo bajo- ¡A limpiar! –Sonreí y comencé a barrer la harina del suelo.
Tras un largo rato, que para mí fue interminable, conseguimos dejar la cocina más limpia de lo que estaba. Nos dirigimos al salón y nos dejamos caer sobre el sofá. Suspiramos profundamente al mismo tiempo, tras este hecho, nos miramos mutuamente con caras demasiado raras.
-¡Eh! –Dijimos al mismo tiempo- ¡Deja de imitarme! –Volvimos a repetir. Nos quedamos en silencio, ninguno de los dos decía nada, estábamos demasiado ocupados matándonos con la mirada, y sin esperarlo, estallamos en carcajadas demasiado fuertes.
-Deberías de haber visto tu cara –Intento articular Justin entre sus risas.
-Porque tú no has visto la tuya –Dije disminuyendo mi risa- ¡Parecías un pez! –Y nuevamente volví a reír.
Después de nuestra sesión de risas, un silencio incomodo inundo el salón, el cual Justin, no tardo en romper.
-¿Vemos una película de terror? –Justin giro su rostro tipo niña del exorcista y sonrió malvadamente. ¿De miedo? ¡Ni hablar!
-¡No! ¿Se te olvida lo mal que lo paso cuando veo una película de terror o tengo que recordarte lo de mi quinto cumpleaños? –Justin volvió a estallar en carcajadas nuevamente, mientras yo lo fulminaba con la mirada.
-¡Dios fue buenísimo! Creo que fue el día en el que más pude reír. –Cuando sus risas cesaron, proseguí hablando.
-Por aquel entonces nos odiábamos a muerte y jure que te la devolvería.
-Y me la devolviste –Esta vez fue él quien me fulmino con la mirada- ¿Cómo fuiste capaz de decirle a medio colegio que salía con Amy la piojosa? Me costó dos meses hacer creer que aquello era mentira.
-¿Y tu como fuiste capaz de cambiar la película de Princesas que tenía preparada para mi cumpleaños por otra de payasos? Sabias que les tenía un pánico asombroso a los payasos. –Volví a fulminar con la mirada a Justin y este me sonrió como un niño pequeño.
-Ya sabes, cosas de niños. –Y sin darme tiempo a contestar, se dirigió al pequeño armario que hay encima del televisor y de este saco un CD, lo metió en la ranura del DVD y le dio al play, donde multitud de anuncios aparecían en la pantalla.
-No te he dicho que quiera ver ninguna película. –Justin volvió a sentarse en el sofá y dirigió su mirada hacia mí.
-Vamos si solo es una película, todo es ficción, nada de lo que sucede es real. –Puso la carita de un cachorrito, y esta vez sí que funciono. Suspire y dirigí mi mirada al televisor, pero la ansia por saber de qué película se trataba me mataba.
-¿Y qué película vamos a ver?
-El grito. –Sentí como mi corazón dejo de latir. ¡El grito! Pero que quiere, ¿matarme? Destiny me obligo a ver dicha película y ni tan siquiera ella fue capaz de ver más de la mitad, aquella película para mí ha sido la peor que he podido ver, y Destiny opina igual.
-¡No! –Grite- Yo me voy a mi habitación a dormir, tu si quieres verla adelante, pero yo no pienso acompañarte. -Me levante del sofá y me dirigí hacia las escaleras, pero su voz me interrumpió.
-¿Estás segura de que quieres subir hasta tu habitación, sola…, a oscuras…? –Su voz sonaba escalofriante y ahora me daba pánico subir hasta mi habitación.
Me dirigí rápidamente hacia el sofá y me senté en este, cogí un cojín y lo apreté fuertemente contra mi pecho.
-Está bien, tú ganas, pero como no consiga dormir caerá sobre tu conciencia que fue por tu culpa. –Justin rió y todo sea dicho, aquella sonrisa me mato.
Cada minuto que pasaba, escondía mi cabeza tras el cojín y gritaba, Justin estaba más pendiente de mí que de la película y como es tan gracioso, me arrebato el cojín de mis manos escondiéndolo tras su espalda.
-¡Devuélvemelo! –Grite.
-Oblígame. –Y dicho esto me saco la lengua. Me tire encima de él literalmente e intente arrebatarle el cojín, metí mis manos entre el hueco de su espalda y el sofá, pero fue inútil, Justin me cogió de la cintura y tiro de mi, impidiéndome conseguir mi objetivo.
-Devuélvemelo por favor –Me sinceré y mire sus ojos, pero estos miraban la pantalla atónitos, hice como él y dirigí mi mirada hasta el televisor, donde pude ver como la cara de la protagonista se deformaba apareciendo sangre por todos lados.
-¡Ah! –Chille, escondiendo mi cabeza en el pecho de Justin y rodeando su espalda con mis brazos, pensé que Justin me separaría de él bruscamente, pero para mi sorpresa, hizo todo lo contrario, paso sus fuertes brazos por mi espalda aferrándome aun más a su cuerpo y escuchando el latir de su corazón.
La película acabo y ambos nos levantamos del sofá y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. En ningún momento intercambiamos palabra alguna y mucho menos intercambiamos miradas. Entre en mi habitación y me dirigí al armario, sacando del primer cajón mi pijama. Me lo puse y me adentre en mi cama apagando la luz. No voy a negarlo, estoy cagada a más no poder, y el caso es que apenas he visto parte de la película. Escuche una especie de crujido y empecé a alterarme. Mía tranquila, recuerda las palabras del profesor de geografía ``La Tierra rota sobre sí, dicho movimiento se conoce como rotación el cual provoca, que a su paso, muebles del hogar y derivados emitan sonidos semejantes a crujidos, etc´´ Eso es Mía, el causante de dichos crujidos es el movimiento de rotación. Volví a escuchar otro crujido. Joder esto no es ni la rotación ni la media vuelta, ya no aguanto más. Me levante de la cama y me dirigí con paso acelerado hacia la puerta, la abrí lentamente y cogí aire almacenándolo en mis pulmones, salí hasta el pasillo y me encamine hacia la habitación de Justin, volviendo a escuchar otro crujido, ¿alguna vez habéis tenido la sensación de que alguien te sigue pero no eres capaz de girarte y mirar a tus espaldas? Pues así me siento yo ahora. Abrí lentamente la puerta de la habitación de Justin y con rapidez me introduje en ella, cerrando la puerta a mi paso con suma delicadeza. Suspire, mi mirada estaba puesta en la puerta, ni yo misma acabo de entender que hago aquí. Gire mi cuerpo lentamente quedándome cara a cara con alguien.
-¡Ah! –Chille a más no poder y me aferre a la puerta, la persona que se encontraba en la habitación chilló al igual que yo.
-¿Mía? –Gire mi cuerpo lentamente y las luces de la habitación se encendieron, situándose frente a mi Justin, mostrándome un sonrisa torcida.
-¿Qué haces aquí? –Pregunte.
-Creo que eso debería de preguntarlo yo, ¿no crees? –Tiene razón, he sido víctima del pánico y por un instante se me olvido que me encuentro en la habitación de Justin- ¿Y bien?
-Veras estaba en mi cama pero no podía dormir por que escuchaba multitud de crujidos y tenía mucho miedo y claro Pattie no está en casa y no sabía qué hacer así que estoy aquí. –Hable tan rápido que ni yo misma me entere de media.
-Justin alzo una ceja y me miraba con el ceño fruncido, no me había fijado, pero iba sin camiseta quedando a la vista esos abdominales tan marcados y con un pantalón de pijama- Resumiendo, te has cagado viva y has venido a mi habitación para dormir conmigo.
No pude evitar sonrojarme y asentí con mi cabeza, Justin sonrió y se dirigió a la cama, destapándola.
-¿No vienes? –Pregunto acostándose sobre la cama y dando unos suaves golpecitos a su lado. Me dirigí hacia él y me tumbe a su lado. Justin cogió la sabana con sus manos tapándonos a ambos. Apago la luz y un escalofrió recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, empecé a tiritar, tenia frio, la cama de Justin no poseía ningún edredón, tan solo una fina sabana.
-¿Tienes frio? –Pregunto Justin, sentí su respiración cerca de mi cara.
-No. –Mentí.
Justin no dijo nada más y sentí su brazo rodear mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo caliente, gire mi cara, quedando a mi vista su desnudo pecho, alce mi mirada hacia sus ojos, y a pesar de la oscuridad, pude apreciar el bonito brillo que poseían, acompañados de una hermosa sonrisa. 

Capitulo 3: El Amor No Entiende De Razones

Baje rápidamente por las escaleras, y todo sea dicho, casi me pego el ostión del año en uno de los escalones. Me dirigí al salón, donde puede visualizar a Justin y Pattie conversando. Justin me miro con cara de pocos amigos y se dejo caer sobre el sofá, cruzándose de brazos como un niño pequeño. Pattie suspiro y se situó enfrente de mí, sonriendo de oreja a oreja, mostrándome sus perfectos y preciosos dientes.
-Cielo, espero que no reacciones igual que Justin. –Hizo una extraña mueca con sus labios y yo asentí en señal de que prosiguiera hablando- Conoces a la señora Smith, ¿verdad?
-Claro, vive dos manzanas más abajo. –Afirme.
-Veras, su marido la ha abandonado y se ha marchado con otra mujer, la pobre no quiere comer ni beber nada y hemos decidido yo, junto con otras amigas más, de pasar esta noche con ella, acompañándola. –Sonrió en modo de disculpa, mis ojos parecían dos platos, ¿pasaremos la noche solos? ¿Justin y yo? Oh Dios mío, ya puedes hacer un milagro de los grandes para que la casa no salga por los aires.
-No te preocupes Pattie, lo entiendo. –Sonreí, Pattie me abrazo tiernamente.
-Gracias cielo –Susurro- eres un tesoro.
Me sonroja ante semejantes palabras, Justin estaba haciendo zapping con el mando del televisor, su rostro se mostraba serio, muy serio. Suspire y observe como Pattie se marchaba por la puerta, llevando consigo un macuto, me sonrió por última vez y cerró la puerta a su paso.
Sentí como mis rodillas empezaron a temblar, ¿qué hago ahora? ¿Debería acercarme a Justin? O ¿hacer como siempre y pasar de él? Suspire y me acerque al sofá, Justin seguía haciendo zapping y tan siquiera se molesto en mirarme. Me senté al lado de este, Justin me miro fijamente a los ojos, nunca me había fijado en ellos, son hermosos, el color miel que abunda en su mirada hace que me pierda en ellos y pierda la noción del tiempo.
-No podemos seguir así. – Dijo Justin dejando el mando del televisor sobre la pequeña mesita de cristal que se situaba en frente del sofá. Espera un momento, ha dicho, ¿qué no podemos seguir así?- Parecemos niños pequeños y precisamente, no lo somos, por lo menos yo… -Esto último lo dijo en un especie de susurro, el cual pude escuchar perfectamente, yo lo mire con mala cara, y este sonrió. ¡Espera un momento! ¿Ha sonreído? ¿Él? ¿Enserio? Creo que Dios me ha escuchado y el milagro está haciendo efecto- Así que he estado recapacitando, ¿por qué no hacemos una especie de tregua? Eso sí, nada de amigos.
-¿Lo dices enserio? –Mi voz sonaba como la de una niña pequeña a la cual le han prometido comprarle un perrito y esta aun no termina de creérselo.
-Enserio. –Afirmo, volviendo a sonreír, su sonrisa era preciosa, incluso superaba la de Pattie, lo que ya es decir…- Y… ¿bien?
-Sonreí, será extraño no insultarnos mutuamente ni chillarnos, pero es lo mejor- Me parece perfecto. –Y una vez más, volvió a sonreír, ¿qué quiere? ¿Matarme con su sonrisa? Por que como siga así va por buen camino…-
Justin se levanto del sofá y yo lo imite, se dirigió a la cocina y se apoyo en la encimera, yo me situé justo delante de él.
-¿Qué te apetece cenar?
-Mm… lo que a ti te apetezca –Sonreí, Justin me devolvió la sonrisa, después puso cara de pensativo y no pude evitar soltar unas pequeñas carcajadas que se escaparon sin previo aviso.
-¿Hacemos unas pizzas? –Sonrió como un niño pequeño, y sin darme tiempo a contestar, empezó a poner sobre la encimera todos los ingredientes necesarios para cocinarla.
-¿La vamos a hacer nosotros? –Pregunte sorprendida.
-Claro, así hay más emoción, o ¿acaso la princesita no quiere mancharse las manos? –Dijo con voz burlona. ¿Princesita? Se va a enterar.
-Al contrario, me encanta cocinar. –Sonreí de oreja a oreja y este me miro sorprendido, me remangue las mangas de mi jersey y me dirigí al fregadero para limpiar mis manos. Las seque con un trapo que había colgado en la pared y me dirigí hacia Justin- ¿No te las piensas lavar? –Pregunte en tono burlón, Justin me sonrió en modo de respuesta y se dirigió al fregadero para lavarse las manos el también. Una vez que termino de lavárselas, comenzamos a preparar la pizza. Abrimos el saco de harina y la mezclamos con los huevos, escuché como Justin comenzó a reírse.
-¿De qué te ríes? –Pregunte frunciendo el ceño, dirigí mi mirada hasta él y comenzó a reírse aun más si es posible.
-Mírate la cara anda. –Dijo intentando parar de reír.
Me acerque al microondas y observe mi reflejo en el. ¡Mierda! Tengo harina en la nariz, ya entiendo el porqué de su risa. Con mi mano me arrebate la harina que se posaba en mi nariz y dirigí mi mirada hacia Justin, fulminándolo con esta.
-¿Con qué esas tenemos eh? –Sonreí maliciosamente y me acerque nuevamente al saco de harina, cogí un puñado con mi mano y sin darle tiempo a reaccionar, se la lance por toda la cara. Ahora la que reía era yo, tenía toda la cara blanca a causa de la harina y yo no podía parar de reír.
-¿Con qué quieres guerra eh? –Y fue así, como empezamos una guerra de harina.
La camisa de Justin pasó de ser negra, a ser de un color blanco roto por completo, tenía harina en el pelo y aun conservaba harina en la cara, yo no decidí mirarme, pero estaría como él o peor. Las risas cesaron y un incomodo silencio inundo la cocina, la que minutos antes, fue nuestro campo de batalla. El rostro de Justin cambió por completo, y a cambio, una sonrisa picarona y seductora apareció en este. ¡Que! ¿Una sonrisa picarona y seductora? Oh no, esto no me gusta ni un pelo.
Justin iba acercándose a mi lentamente, mientras que yo retrocedía a medida que el avanzaba. Seguía acercándose más y más y yo retrocedía todo lo que podía, hasta que mi espalda choco contra la pared. ¿No podrían haber construido la pared en otro lugar? ¡No! Justamente aquí, para fastidiar, Mía, deja de delirar. Justin hizo un movimiento bastante rápido, y cuando quise darme cuenta, me tenía acorralada en la pared, sus brazos estaban a cada lado de mi cabeza. Justin sonrió victorioso y dirigió su mirada hasta mis labios. Podría empujarle y huir de su agarre, pero sería malgastar el tiempo, Justin es mucho más fuerte que yo. Paso su mano derecha sobre sus labios arrebatándose la harina que había sobre estos y acto seguido también paso su lengua, quedando así más apetecibles.
-Justin… -Susurre.
-Shh… -Poso su dedo índice sobre mis labios y cruzamos nuestra mirada, sus ojos poseían un brillo especial.
Justin fue acercándose lentamente a mis labios, la sangre dejo de circular por mis venas, no poseía el control de mi cuerpo y aquello no me gustaba. Cada vez sus labios estaban más cerca de los míos, y cuando estuvieron a punto de rozarse, sentí como lanzaban algo hacia mi rostro, cerré mis ojos y abrí mi boca a más no poder, ¡me la ha colado! Escuche como Justin reía a grandes carcajadas, esto no quedara así, oh no.