NARRA MIA:
Abrí mis parpados lentamente, haciendo un gran esfuerzo para que no volvieran a cerrarse, sentía que hoy estos pesaban más de lo normal. Una vez conseguí mi objetivo, un terrible dolor inundo mi cabeza por completo, mi visión era borrosa, y unas terribles nauseas merodeaban por mi estomago.
Lentamente, me dirigí al baño de mi habitación, apoyándome en la pared. Mire mi aspecto en el espejo, y casi confundo mi rostro con el de un muerto viviente. Me encontraba blanca como la misma nieve, y ahora que me fijo, sigo con el vestido de la fiesta aun puesto. Lleve mi mano hacia mi frente, todo da vueltas a mi alrededor, y lo peor de todo, es que no consigo recordar nada de lo que paso anoche. Lo último que mi mente me permite recordar, fue aquel instante en el que bebí aquella copa junto a Destiny, ahora que lo pienso, no recuerdo nada de la fiesta tras aquella copa, ¿qué habrá pasado? ¿Cómo he llegado hasta mi habitación? ¿Y Justin? Sentí un pinchazo en la sien, necesito tomarme una pastilla para este terrible dolor de cabeza. Coloque sobre mi cuerpo un pijama de algodón con pequeños dibujos de osos y mis suaves zapatillas en cada uno de mis pies. Salí hacia el pasillo arrastrándolos contra la moqueta del suelo. Baje lentamente por las escaleras apoyándome en la barandilla de estas, no tenían fin, cada escalón que mis pies bajaban, se multiplicaban por dos. Conseguí pisar el suelo de la primera planta, un milagro, pensé. A pesar de lo nublada que se encontraba mi vista, conseguí visualizar a Justin sobre el sofá, supongo que observando algún programa en el televisor. Me acerqué hacia él, aun con mi mano derecha sobre mi frente, como si esta acción fuera a debilitar este dolor que abunda en mi cabeza. Me senté a su lado, esperando alguna palabra proveniente de él, poder escuchar su voz salir de sus labios, o sencillamente sentir su mirada fija en mí, pero no hizo absolutamente nada lo cual he dicho.
-Hola… -Dije en una especie de susurro. No obtuve respuesta, un silencio incomodo comenzó a inundar el salón por completo. ¿Qué le ocurre?- Emm… me duele la cabeza, ¿tienes alguna pastilla contra este dolor? –Nada, seguía sin contestarme. Un extraño dolor retenido en mi pecho hizo que sintiera ganas de llorar al ver, o mejor dicho, al sentir como Justin me ignora, como si fuera invisible o mi presencia no fuera suficiente. No entiendo nada, ¿qué es lo que ha pasado? ¿Qué diablos ha ocurrido en la pasada noche? ¿Acaso hice algo? Suspire.
-En el armario de la cocina, encima del microondas, hay una caja con medicamentos, en ella, podrás ver una pequeña caja de color blanca con rayas verdes, tomate una pastilla de su interior y espera algunos minutos, se te pasará. –Su voz sonaba como la de un robot sincronizado, el cual grabaron con antelación todo lo que tenia y debía decir. Ni tan siquiera al hablarme, desvió su mirada del televisor para dirigirla hacia mi rostro, su cuerpo no daba señales de vida, estaba sumido viendo un aburrido programa de cotilleos, eso o, fingía de maravilla.
Me levante con cierta desgana del sofá y pase frente a Justin para poder dirigirme a la cocina. Por un instante, por una milésima de segundo, sentí la mirada de Justin fija en mí, pero no me giré, no giré mi cuerpo para que nuestras miradas pudieran cruzarse, algo en mi interior me lo impedía, como si quisiera avisarme de algo. Seguí las indicaciones de Justin, y en efecto, encontré dicha caja guardada en el interior de otra caja más grande. Vertí agua en un vaso de cristal e introduje una pastilla en mi boca, para desaparecer por mi garganta arrastrada por el agua. Cerré los ojos durante cinco minutos, esperando y deseando que este mareo pasase rápido, mientras forzaba a mi mente para que me mostrara recuerdos de ayer por la noche, recuerdos que siento, que son la clave para saber el porqué del comportamiento de Justin. Una vez hubieron transcurrido esos cinco minutos, o al menos el tiempo suficiente para sentir que mi cuerpo comenzaba a reaccionar, abrí mis ojos, esta vez viéndolo todo un tanto menos borroso. Me arme de valor, así que inspire y espire aire varias veces, y con paso firme, volví a dirigirme al salón, donde se encontraba Justin en el mismo sitio de antes, a penas se había movido. La mirada de Justin era intimidante, miraba el televisor como si este lo hubiera amenazado a muerte. Dudé durante unas milésimas de segundo, pero finalmente me senté a su lado, mirándolo fijamente a la cara, esperando que el también girase su rostro y volver a perderme en su mirada, su intensa mirada. Pero nada, como si no se percatara de mi presencia, sus músculos no hacían ningún tipo de movimiento, y sus parpados parecían no pestañear. Me harté, no entiendo porque pasa de mi de esta forma, y la única forma de averiguarlo es hablando.
-Justin… -Mi voz parecía no querer salir de mi boca, esconderse y desaparecer, apenas conseguí oírme a mí misma, pero estoy segura de que Justin me escucho. Seguía sin mirarme, como si no existiera, como si de un fantasma me tratase y no pudiera verme- Justin. –Mi voz sonó mas firme, parece que empiezo a poseer el control de mis cuerdas vocales, pero nada, Justin ni se inmutaba en absoluto. Me canse, me canse de llamarlo como una tonta y que él pase de mi como a la nada. Posé mi mano sobre su hombro izquierdo y lo obligue a que me mirase, por primera en este día, vuelvo a sentir la mirada de Justin sobre mí. Su rostro no mostraba ningún estado de ánimo, ni enfado, ni tristeza, y mucho menos felicidad- ¡Justin joder quieres hacerme caso de una vez! –Comencé a alzar mi tono de voz, esta situación era incomoda, bastante, y lo peor de todo es que no sé qué es lo que le ocurre conmigo.
-¡Qué quieres! –Ahora fue él quien alzo su tono de voz. Quede en silenció, me había intimidado, lo reconozco, pero aun así, voy a conseguir mi objetivo.
-Quiero que me digas que es lo que te ocurre conmigo, porque me ignoras de esta forma. –Mi voz sonaba normal, como siempre, no sirve de nada hablar a gritos como si de animales nos tratásemos, no llegaríamos a ningún lado. Sentí como Justin se tensó ante mis palabras, pero aun así no bajo la guardia, seguía mirándome con esa expresión tan seria, pero lo que más me impacta de todo esto, es que en sus ojos no veo ese brillo tan especial que lo caracteriza.
-¿No recuerdas nada? -¿Recordar? ¿Qué debería recordar? Mi cabeza estaba hecha un lio, buscaba una respuesta a todas las preguntas que predominan en mi mente, pero no encontraba nada, ni una mísera respuesta. Negué lentamente con mi cabeza, Justin suspiro- Ayer en la fiesta, te emborrachaste.
-¡Qué! –Le interrumpí. ¿Me emborrache? Eso lo explica todo, pero, ¿yo? Nunca me he emborrachado, porque nunca he bebido, si, lo sé, suena raro que una adolescente no beba a estas alturas, pero, cada ser es diferente, y yo seré la excepción.
-Déjame terminar. –Sonó como si fuera una orden, así que no dije nada, en señal de que prosiguiera hablando- Después de un rato, te busque, te busque para que bailásemos juntos, como te dije, pero cuál fue mi sorpresa, que te vi junto a un tipo, bailando demasiado arrimados y contentos, mientras bailabas seductoramente provocándolo, y él, manoseándote, como si estuviera en todo su derecho. –No daba crédito a las palabras de Justin, estaba asombrada y decepcionada conmigo misma. Todo lo que dijo, lo dijo entre dientes, con esa furia predominando en sus palabras, lo que hacía que me sintiera más culpable de lo que me siento.
-Yo… lo siento, no sé qué es lo que me paso, de veras, esa no soy yo, me doy asco a mí misma, ahora lo entiendo todo, no sé qué decir para excusarme, porque verdaderamente no tengo excusa. –Me sentía tan avergonzada, quería esconderme en el más oscuro rincón del planeta, donde nadie pueda encontrarme, pero por desgracia no puedo hacerlo.
-Lo hecho, echo está, de nada sirven tus disculpas. –Y sin más, volvió a sentarse en el sofá, perdiendo la mirada en el televisor, dejándolo todo atrás.
-Justin estaba borracha, no sabía lo que hacía, es la primera vez que me pasa, no te…
-¡Podrías haberte controlado! –Me interrumpió volviendo a alzar la voz- No sabes lo que me dolió verte de esa… forma con aquel tipo, a saber que mas hicisteis. –Sus últimas palabras las dijo… como decirlo, ¿con asco? Puede que estuviera borracha, pero algo en mi interior me dice, que no hice nada más a parte de ese… baile.
-Te estás pasando Justin, a pesar de todo, no creo que hiciéramos nada más. –Volvía a mirarme, volvía a posar su mirada en mí, pero me miraba con desprecio, como si él fuera superior a mí.
-¿Y cómo estás tan segura de que no hicisteis nada más? –Insistía. No intento quitarle importancia al asunto, pero pienso que está sacando las cosas de lugar, estaba borracha, no tenia control sobre mi cuerpo, no sabía que hacía, al fin y al cabo, todos somos humanos.
-Porque lo sé, algo en mi interior me lo dice, a demás Justin, exageras, por Dios, ¡estaba borracha! No sabía lo que hacía. –Me miro incrédulo, no esperaba esa respuesta. Negó varias veces con su cabeza y se levantó del sofá, comenzando así a dar vueltas sobre el salón.
-¿Qué no exagero? ¡Qué no exagero! Estoy seguro de que si hubiese sido yo, quien hubiera estado en tu lugar, no me dirigirías la palabra ni en sueños. –Estuve analizando sus palabras durante unos segundos, si lo hubiese visto bailando junto a otra chica y borracho, me hubiera dolido, para que engañarnos, pero Justin se pasa, es demasiado protector.
-Aun así no es motivo para que me ignores de este modo Justin, así no solucionamos nada. –Quería que mi voz sonara lo más pacifica posible, por dos motivos. El primero, porque no quiero que nos gritemos mutuamente, y el segundo, porque estaba al borde de las lágrimas, soy una chica demasiado sentimental y débil, y estar así con Justin me mata, mucho.
-No tienes ni idea de lo que dices, ¿sabes? puede que todo esto haya sido un error. –No pude más, y una lágrima desfilaba tranquila y a sus anchas por mi mejilla, terminando su trayecto en mi barbilla. Mis ojos parecían dos platos a causa del impacto de sus palabras, llenos de lágrimas que amenazaban con salir. ¿Un error? ¿Lo dice en serio? Sentí como mi corazón se encogió en el interior de mi pecho, desapareciendo, desapareciendo junto a la nada, formando así parte de ella.
-Tienes razón, todo esto ha sido un error, no soporto que estés encima de mí como si fuera una niña pequeña. -¿En serio yo he dicho eso? ¿De dónde he sacado fuerzas?- Me arrepiento, no sabes cuánto. –Juraría que por un instante, pude ver los ojos de Justin llorosos, pero enseguida esas casi lagrimas, desaparecieron.
-En eso estoy contigo, me arrepiento junto a ti, todas sois iguales, perfectas por fuera, de plástico por dentro, cometí un error, me confundí, pero te aseguro, que no tropezare dos veces con la misma piedra. –Mis lágrimas estaban a punto de salir de mis ojos y competir en esta carrera, por ver quién es la más rápida, pero las contuve, haciéndome la fuerte, cosa que por desgracia, no soy.
-Entonces no tenemos nada más de lo que hablar. –Y con paso acelerado, desaparecí del salón, subiendo por las escaleras a la velocidad de la luz, pero dejándome algo olvidado, más bien abandonado, mi corazón, lo deje abandonado en el momento en el que Justin confeso que fue un error, que todo fue un error, y fue en ese instante, cuando sentí como atravesaban mi corazón con una espada afilada, con la espada del engaño y la traición.
NARRA JUSTIN:
Estoy harto, furioso, quiero gritar, necesito desahogarme. ¿Por qué tengo que ser tan bocazas? Me arrepiento, me arrepiento de todo, y en el fondo, se que ella no quería decir todo lo que ha dicho. Me senté sobre el sofá, apoyando mis codos sobre mis muslos para después, esconder mi cabeza entre mis manos. ¿Así me lo agradece? Lo único que pretendo es protegerla, procurar que nada malo le ocurra, ¿qué tiene eso de malo? Suspiré. Sentí como algo mojado se deslizaba por mi mejilla, ¿una lagrima? Rápidamente la arrebate con mi dedo índice, fijando así mi mirada en la nada. No voy a llorar, y menos por una chica, pensé que era diferente, y aunque me duele reconocerlo, me equivoqué, pero aun así no consigo arrebatarla de mi mente, ni mucho menos de mi corazón. El único remedio que conozco contra estos casos, es el mismo que usan todos los hombres. Me levante y observé mi móvil posado sobre la mesa del salón. Lo cogí y busque el nombre de Rose en la agenda, le di a llamar, rezando por no arrepentirme de ello.
LLAMADA TELEFONICA:
-¿Justin?
-Hola muñeca –Intenté que mi voz sonara lo más seductora posible, y creo que lo conseguí.
-¡Justin! ¡Cuando tiempo sin llamarme! –Estúpida, ¿aun no se ha dado cuenta de que la busco para lo que todos los hombres buscan en una mujer?
-Bastante, y ¿sabes? Te echaba de menos, así que he decidido llamarte para preguntarte, si te apetecería venir a mi casa esta tarde. –Merezco un Oscar ante tal actuación.
-¿Enserio? ¡Claro! ¿Pero Mía estará en casa? Ya me enteré de que pasara una temporada viviendo contigo… –Fue escuchar su nombre, y sentir como el mundo se me echa encima, pero debo ser fuerte, olvidarla, no merece la pena Justin, no merece la pena.
-Sí, pero tranquila, como si no estuviera, no supone ningún problema. A las cinco te espero, no tardes. –Colgué, si seguía hablando así de ella, este extraño sentimiento que predomina en mi pecho explotaría, y no me conviene que explote, no quiero ser débil, soy fuerte, siempre lo he sido, y no me debilitaré por culpa de una mujer, no.
Volví a sentarme sobre el sofá, aquel programa que se supone que observaba no había acabado. No entiendo cómo pueden pagar a la gente por gritarse e insultarse en un plató de televisión, misterios de la vida. Cambie de canal, nada interesante, volví a cambiar, este aun es peor. Después de haber estado un rato repitiendo la misma acción, apague el televisor y me tumbe sobre el sofá, pasando el brazo tras mi cabeza. Volveré a ser el mismo, el mismo Justin que cada noche conseguía acostarse con una mujer diferente, sin importar sus sentimientos, y aunque me duela, aunque me cueste, conseguiré olvidarla, conseguiré despreciarla, dejando así de amarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario