NARRA MIA:
Abrí mis parpados lentamente, haciendo un gran esfuerzo para que no volvieran a cerrarse, sentía que hoy estos pesaban más de lo normal. Una vez conseguí mi objetivo, un terrible dolor inundo mi cabeza por completo, mi visión era borrosa, y unas terribles nauseas merodeaban por mi estomago.
Lentamente, me dirigí al baño de mi habitación, apoyándome en la pared. Mire mi aspecto en el espejo, y casi confundo mi rostro con el de un muerto viviente. Me encontraba blanca como la misma nieve, y ahora que me fijo, sigo con el vestido de la fiesta aun puesto. Lleve mi mano hacia mi frente, todo da vueltas a mi alrededor, y lo peor de todo, es que no consigo recordar nada de lo que paso anoche. Lo último que mi mente me permite recordar, fue aquel instante en el que bebí aquella copa junto a Destiny, ahora que lo pienso, no recuerdo nada de la fiesta tras aquella copa, ¿qué habrá pasado? ¿Cómo he llegado hasta mi habitación? ¿Y Justin? Sentí un pinchazo en la sien, necesito tomarme una pastilla para este terrible dolor de cabeza. Coloque sobre mi cuerpo un pijama de algodón con pequeños dibujos de osos y mis suaves zapatillas en cada uno de mis pies. Salí hacia el pasillo arrastrándolos contra la moqueta del suelo. Baje lentamente por las escaleras apoyándome en la barandilla de estas, no tenían fin, cada escalón que mis pies bajaban, se multiplicaban por dos. Conseguí pisar el suelo de la primera planta, un milagro, pensé. A pesar de lo nublada que se encontraba mi vista, conseguí visualizar a Justin sobre el sofá, supongo que observando algún programa en el televisor. Me acerqué hacia él, aun con mi mano derecha sobre mi frente, como si esta acción fuera a debilitar este dolor que abunda en mi cabeza. Me senté a su lado, esperando alguna palabra proveniente de él, poder escuchar su voz salir de sus labios, o sencillamente sentir su mirada fija en mí, pero no hizo absolutamente nada lo cual he dicho.
-Hola… -Dije en una especie de susurro. No obtuve respuesta, un silencio incomodo comenzó a inundar el salón por completo. ¿Qué le ocurre?- Emm… me duele la cabeza, ¿tienes alguna pastilla contra este dolor? –Nada, seguía sin contestarme. Un extraño dolor retenido en mi pecho hizo que sintiera ganas de llorar al ver, o mejor dicho, al sentir como Justin me ignora, como si fuera invisible o mi presencia no fuera suficiente. No entiendo nada, ¿qué es lo que ha pasado? ¿Qué diablos ha ocurrido en la pasada noche? ¿Acaso hice algo? Suspire.
-En el armario de la cocina, encima del microondas, hay una caja con medicamentos, en ella, podrás ver una pequeña caja de color blanca con rayas verdes, tomate una pastilla de su interior y espera algunos minutos, se te pasará. –Su voz sonaba como la de un robot sincronizado, el cual grabaron con antelación todo lo que tenia y debía decir. Ni tan siquiera al hablarme, desvió su mirada del televisor para dirigirla hacia mi rostro, su cuerpo no daba señales de vida, estaba sumido viendo un aburrido programa de cotilleos, eso o, fingía de maravilla.
Me levante con cierta desgana del sofá y pase frente a Justin para poder dirigirme a la cocina. Por un instante, por una milésima de segundo, sentí la mirada de Justin fija en mí, pero no me giré, no giré mi cuerpo para que nuestras miradas pudieran cruzarse, algo en mi interior me lo impedía, como si quisiera avisarme de algo. Seguí las indicaciones de Justin, y en efecto, encontré dicha caja guardada en el interior de otra caja más grande. Vertí agua en un vaso de cristal e introduje una pastilla en mi boca, para desaparecer por mi garganta arrastrada por el agua. Cerré los ojos durante cinco minutos, esperando y deseando que este mareo pasase rápido, mientras forzaba a mi mente para que me mostrara recuerdos de ayer por la noche, recuerdos que siento, que son la clave para saber el porqué del comportamiento de Justin. Una vez hubieron transcurrido esos cinco minutos, o al menos el tiempo suficiente para sentir que mi cuerpo comenzaba a reaccionar, abrí mis ojos, esta vez viéndolo todo un tanto menos borroso. Me arme de valor, así que inspire y espire aire varias veces, y con paso firme, volví a dirigirme al salón, donde se encontraba Justin en el mismo sitio de antes, a penas se había movido. La mirada de Justin era intimidante, miraba el televisor como si este lo hubiera amenazado a muerte. Dudé durante unas milésimas de segundo, pero finalmente me senté a su lado, mirándolo fijamente a la cara, esperando que el también girase su rostro y volver a perderme en su mirada, su intensa mirada. Pero nada, como si no se percatara de mi presencia, sus músculos no hacían ningún tipo de movimiento, y sus parpados parecían no pestañear. Me harté, no entiendo porque pasa de mi de esta forma, y la única forma de averiguarlo es hablando.
-Justin… -Mi voz parecía no querer salir de mi boca, esconderse y desaparecer, apenas conseguí oírme a mí misma, pero estoy segura de que Justin me escucho. Seguía sin mirarme, como si no existiera, como si de un fantasma me tratase y no pudiera verme- Justin. –Mi voz sonó mas firme, parece que empiezo a poseer el control de mis cuerdas vocales, pero nada, Justin ni se inmutaba en absoluto. Me canse, me canse de llamarlo como una tonta y que él pase de mi como a la nada. Posé mi mano sobre su hombro izquierdo y lo obligue a que me mirase, por primera en este día, vuelvo a sentir la mirada de Justin sobre mí. Su rostro no mostraba ningún estado de ánimo, ni enfado, ni tristeza, y mucho menos felicidad- ¡Justin joder quieres hacerme caso de una vez! –Comencé a alzar mi tono de voz, esta situación era incomoda, bastante, y lo peor de todo es que no sé qué es lo que le ocurre conmigo.
-¡Qué quieres! –Ahora fue él quien alzo su tono de voz. Quede en silenció, me había intimidado, lo reconozco, pero aun así, voy a conseguir mi objetivo.
-Quiero que me digas que es lo que te ocurre conmigo, porque me ignoras de esta forma. –Mi voz sonaba normal, como siempre, no sirve de nada hablar a gritos como si de animales nos tratásemos, no llegaríamos a ningún lado. Sentí como Justin se tensó ante mis palabras, pero aun así no bajo la guardia, seguía mirándome con esa expresión tan seria, pero lo que más me impacta de todo esto, es que en sus ojos no veo ese brillo tan especial que lo caracteriza.
-¿No recuerdas nada? -¿Recordar? ¿Qué debería recordar? Mi cabeza estaba hecha un lio, buscaba una respuesta a todas las preguntas que predominan en mi mente, pero no encontraba nada, ni una mísera respuesta. Negué lentamente con mi cabeza, Justin suspiro- Ayer en la fiesta, te emborrachaste.
-¡Qué! –Le interrumpí. ¿Me emborrache? Eso lo explica todo, pero, ¿yo? Nunca me he emborrachado, porque nunca he bebido, si, lo sé, suena raro que una adolescente no beba a estas alturas, pero, cada ser es diferente, y yo seré la excepción.
-Déjame terminar. –Sonó como si fuera una orden, así que no dije nada, en señal de que prosiguiera hablando- Después de un rato, te busque, te busque para que bailásemos juntos, como te dije, pero cuál fue mi sorpresa, que te vi junto a un tipo, bailando demasiado arrimados y contentos, mientras bailabas seductoramente provocándolo, y él, manoseándote, como si estuviera en todo su derecho. –No daba crédito a las palabras de Justin, estaba asombrada y decepcionada conmigo misma. Todo lo que dijo, lo dijo entre dientes, con esa furia predominando en sus palabras, lo que hacía que me sintiera más culpable de lo que me siento.
-Yo… lo siento, no sé qué es lo que me paso, de veras, esa no soy yo, me doy asco a mí misma, ahora lo entiendo todo, no sé qué decir para excusarme, porque verdaderamente no tengo excusa. –Me sentía tan avergonzada, quería esconderme en el más oscuro rincón del planeta, donde nadie pueda encontrarme, pero por desgracia no puedo hacerlo.
-Lo hecho, echo está, de nada sirven tus disculpas. –Y sin más, volvió a sentarse en el sofá, perdiendo la mirada en el televisor, dejándolo todo atrás.
-Justin estaba borracha, no sabía lo que hacía, es la primera vez que me pasa, no te…
-¡Podrías haberte controlado! –Me interrumpió volviendo a alzar la voz- No sabes lo que me dolió verte de esa… forma con aquel tipo, a saber que mas hicisteis. –Sus últimas palabras las dijo… como decirlo, ¿con asco? Puede que estuviera borracha, pero algo en mi interior me dice, que no hice nada más a parte de ese… baile.
-Te estás pasando Justin, a pesar de todo, no creo que hiciéramos nada más. –Volvía a mirarme, volvía a posar su mirada en mí, pero me miraba con desprecio, como si él fuera superior a mí.
-¿Y cómo estás tan segura de que no hicisteis nada más? –Insistía. No intento quitarle importancia al asunto, pero pienso que está sacando las cosas de lugar, estaba borracha, no tenia control sobre mi cuerpo, no sabía que hacía, al fin y al cabo, todos somos humanos.
-Porque lo sé, algo en mi interior me lo dice, a demás Justin, exageras, por Dios, ¡estaba borracha! No sabía lo que hacía. –Me miro incrédulo, no esperaba esa respuesta. Negó varias veces con su cabeza y se levantó del sofá, comenzando así a dar vueltas sobre el salón.
-¿Qué no exagero? ¡Qué no exagero! Estoy seguro de que si hubiese sido yo, quien hubiera estado en tu lugar, no me dirigirías la palabra ni en sueños. –Estuve analizando sus palabras durante unos segundos, si lo hubiese visto bailando junto a otra chica y borracho, me hubiera dolido, para que engañarnos, pero Justin se pasa, es demasiado protector.
-Aun así no es motivo para que me ignores de este modo Justin, así no solucionamos nada. –Quería que mi voz sonara lo más pacifica posible, por dos motivos. El primero, porque no quiero que nos gritemos mutuamente, y el segundo, porque estaba al borde de las lágrimas, soy una chica demasiado sentimental y débil, y estar así con Justin me mata, mucho.
-No tienes ni idea de lo que dices, ¿sabes? puede que todo esto haya sido un error. –No pude más, y una lágrima desfilaba tranquila y a sus anchas por mi mejilla, terminando su trayecto en mi barbilla. Mis ojos parecían dos platos a causa del impacto de sus palabras, llenos de lágrimas que amenazaban con salir. ¿Un error? ¿Lo dice en serio? Sentí como mi corazón se encogió en el interior de mi pecho, desapareciendo, desapareciendo junto a la nada, formando así parte de ella.
-Tienes razón, todo esto ha sido un error, no soporto que estés encima de mí como si fuera una niña pequeña. -¿En serio yo he dicho eso? ¿De dónde he sacado fuerzas?- Me arrepiento, no sabes cuánto. –Juraría que por un instante, pude ver los ojos de Justin llorosos, pero enseguida esas casi lagrimas, desaparecieron.
-En eso estoy contigo, me arrepiento junto a ti, todas sois iguales, perfectas por fuera, de plástico por dentro, cometí un error, me confundí, pero te aseguro, que no tropezare dos veces con la misma piedra. –Mis lágrimas estaban a punto de salir de mis ojos y competir en esta carrera, por ver quién es la más rápida, pero las contuve, haciéndome la fuerte, cosa que por desgracia, no soy.
-Entonces no tenemos nada más de lo que hablar. –Y con paso acelerado, desaparecí del salón, subiendo por las escaleras a la velocidad de la luz, pero dejándome algo olvidado, más bien abandonado, mi corazón, lo deje abandonado en el momento en el que Justin confeso que fue un error, que todo fue un error, y fue en ese instante, cuando sentí como atravesaban mi corazón con una espada afilada, con la espada del engaño y la traición.
NARRA JUSTIN:
Estoy harto, furioso, quiero gritar, necesito desahogarme. ¿Por qué tengo que ser tan bocazas? Me arrepiento, me arrepiento de todo, y en el fondo, se que ella no quería decir todo lo que ha dicho. Me senté sobre el sofá, apoyando mis codos sobre mis muslos para después, esconder mi cabeza entre mis manos. ¿Así me lo agradece? Lo único que pretendo es protegerla, procurar que nada malo le ocurra, ¿qué tiene eso de malo? Suspiré. Sentí como algo mojado se deslizaba por mi mejilla, ¿una lagrima? Rápidamente la arrebate con mi dedo índice, fijando así mi mirada en la nada. No voy a llorar, y menos por una chica, pensé que era diferente, y aunque me duele reconocerlo, me equivoqué, pero aun así no consigo arrebatarla de mi mente, ni mucho menos de mi corazón. El único remedio que conozco contra estos casos, es el mismo que usan todos los hombres. Me levante y observé mi móvil posado sobre la mesa del salón. Lo cogí y busque el nombre de Rose en la agenda, le di a llamar, rezando por no arrepentirme de ello.
LLAMADA TELEFONICA:
-¿Justin?
-Hola muñeca –Intenté que mi voz sonara lo más seductora posible, y creo que lo conseguí.
-¡Justin! ¡Cuando tiempo sin llamarme! –Estúpida, ¿aun no se ha dado cuenta de que la busco para lo que todos los hombres buscan en una mujer?
-Bastante, y ¿sabes? Te echaba de menos, así que he decidido llamarte para preguntarte, si te apetecería venir a mi casa esta tarde. –Merezco un Oscar ante tal actuación.
-¿Enserio? ¡Claro! ¿Pero Mía estará en casa? Ya me enteré de que pasara una temporada viviendo contigo… –Fue escuchar su nombre, y sentir como el mundo se me echa encima, pero debo ser fuerte, olvidarla, no merece la pena Justin, no merece la pena.
-Sí, pero tranquila, como si no estuviera, no supone ningún problema. A las cinco te espero, no tardes. –Colgué, si seguía hablando así de ella, este extraño sentimiento que predomina en mi pecho explotaría, y no me conviene que explote, no quiero ser débil, soy fuerte, siempre lo he sido, y no me debilitaré por culpa de una mujer, no.
Volví a sentarme sobre el sofá, aquel programa que se supone que observaba no había acabado. No entiendo cómo pueden pagar a la gente por gritarse e insultarse en un plató de televisión, misterios de la vida. Cambie de canal, nada interesante, volví a cambiar, este aun es peor. Después de haber estado un rato repitiendo la misma acción, apague el televisor y me tumbe sobre el sofá, pasando el brazo tras mi cabeza. Volveré a ser el mismo, el mismo Justin que cada noche conseguía acostarse con una mujer diferente, sin importar sus sentimientos, y aunque me duela, aunque me cueste, conseguiré olvidarla, conseguiré despreciarla, dejando así de amarla.
jueves, 23 de febrero de 2012
jueves, 16 de febrero de 2012
Capitulo 10:El Amor No Entiende De Razones
Por fin acabaron las clases, no es normal la existencia de tanto aburrimiento preso en un solo cuerpo. Me dirigía a la salida con paso ligero, deseaba salir de este infierno rodeado de profesores. Oí mi nombre, lo que es fácil de deducir que alguien estaba alzando su voz para llamarme, giré mi cuerpo y me tope con Destiny, la cual se dirigía a mí corriendo.
-¡Mía! Por fin te encuentro, ¿cuándo has salido de clase? Podrías avisar. –Reí, en cierto modo he salido la primera de clase, nada más mis oídos pudieron captar aquel irritante sonido del timbre el timbre que indicaba que las clases habían concluido por hoy, aunque para algunos dicho sonido, sea como un cantar de colorines, libres, volando por un radiante y despejado cielo azul. Lo mejor de todo, es que mañana no tenemos clase, es un día festivo.
-Bueno aquí estoy, ¿qué ocurre?
-Pues veras, mis padres se han ido de viaje, asuntos del trabajo, y no vuelven hasta el fin de semana, ¿sabes lo que significa eso? –Mostro una gran sonrisa al terminar su frase, sonreí con ella, mientras mutuamente nuestras miradas desprendían un brillo especial- ¡Fiesta en mi casa! –Grito. Reímos como dos locas mientras dábamos pequeños saltos, los alumnos nos miraban con caras demasiado raras, pero no nos importaba en absoluto.
-¡Mía! Por fin te encuentro, ¿cuándo has salido de clase? Podrías avisar. –Reí, en cierto modo he salido la primera de clase, nada más mis oídos pudieron captar aquel irritante sonido del timbre el timbre que indicaba que las clases habían concluido por hoy, aunque para algunos dicho sonido, sea como un cantar de colorines, libres, volando por un radiante y despejado cielo azul. Lo mejor de todo, es que mañana no tenemos clase, es un día festivo.
-Bueno aquí estoy, ¿qué ocurre?
-Pues veras, mis padres se han ido de viaje, asuntos del trabajo, y no vuelven hasta el fin de semana, ¿sabes lo que significa eso? –Mostro una gran sonrisa al terminar su frase, sonreí con ella, mientras mutuamente nuestras miradas desprendían un brillo especial- ¡Fiesta en mi casa! –Grito. Reímos como dos locas mientras dábamos pequeños saltos, los alumnos nos miraban con caras demasiado raras, pero no nos importaba en absoluto.
La fiesta era esta noche, todo aquel que quisiera asistir era bienvenido, Justin incluido. Escogí un vestido de color crema ajustado, con escote corazón. Me decidí por unos tacones de plataforma negros, los cuales hacen juego con una chaqueta de color negra. Recogí mi pelo en un moño bastante alto, con un pequeño lazo al lado de este, del mismo color del vestido, alisando mi flequillo dejándolo caer sobre mi frente. Eche una base de color crema en cada uno de mis parpados, un poco de rímel y una perfecta raya negra en estos, acompañados con un poco de brillo en mis labios y un poco de colorete en cada uno de mis pómulos. Rocié unas gotas de perfume en mis muñecas y mi cuello, desprendiendo un dulce olor por toda la habitación. Cogí un bolso de mano de color negro y eché en él cosas imprescindibles para una chica: maquillaje.
Eche un último vistazo en el espejo, viendo en el mi reflejo, procurando que todo estuviera a mi gusto, y así estaba. Baje lentamente por las escaleras, procurando no tropezar y caerme. Justin me esperaba ya listo, llevaba puesto unos elegantes pantalones negros, junto a una camisa abotonada de color blanca por fuera de los pantalones, eso sí, las mangas de la camisa estaban desabotonadas, acompañado de una corbata negra a medio anudar, con una supra de color negra en cada uno de sus pies. Como no, su pelo iba despeinado y junto a su sonrisa, sentí esas ganas inmensas de besarlo hasta que mis pulmones se queden sin oxigeno. Iba elegante y al mismo tiempo informal, me encanta.
-Guau… vas preciosa. –Justin me miro de arriba abajo y de abajo arriba repitiendo esta acción varias veces. Me ofreció su mano derecha y la agarré encantada, ayudándome así a bajar el último escalón.
-Gracias. –No pude evitar sonrojarme, nunca me acostumbrare.
Eche un último vistazo en el espejo, viendo en el mi reflejo, procurando que todo estuviera a mi gusto, y así estaba. Baje lentamente por las escaleras, procurando no tropezar y caerme. Justin me esperaba ya listo, llevaba puesto unos elegantes pantalones negros, junto a una camisa abotonada de color blanca por fuera de los pantalones, eso sí, las mangas de la camisa estaban desabotonadas, acompañado de una corbata negra a medio anudar, con una supra de color negra en cada uno de sus pies. Como no, su pelo iba despeinado y junto a su sonrisa, sentí esas ganas inmensas de besarlo hasta que mis pulmones se queden sin oxigeno. Iba elegante y al mismo tiempo informal, me encanta.
-Guau… vas preciosa. –Justin me miro de arriba abajo y de abajo arriba repitiendo esta acción varias veces. Me ofreció su mano derecha y la agarré encantada, ayudándome así a bajar el último escalón.
-Gracias. –No pude evitar sonrojarme, nunca me acostumbrare.
La estruendosa música podía escucharse a kilómetros de distancia, como no, Destiny lo hace todo a lo grande, y esta fiesta, no iba a ser la excepción, pobres vecinos, esta noche poco podrán dormir.
Entramos por la pequeña puerta de color blanca, aunque a estas horas de la noche, poco blanco podría apreciarse. Atravesamos el pequeño jardín adornado con árboles bien podados y un perfecto césped cortado, con aquellas petunias plantadas por Emily, la madre de Destiny, nunca podre comprender como una persona puede sentir tanto aprecio por unas flores. Subimos los pequeños escalones que daban al porche y seguido de este, la puerta principal. Giré lentamente el pomo de la puerta, estaba abierta, aunque ahora que me paro a pensar, es de lógica, con lo elevada que esta la música, sería imposible escuchar el sonido del timbre, tocado por los invitados. Entramos en el interior, todo estaba oscuro salvo unos pequeños rayos de luz de diferentes colores, bailando entre sí por toda la estancia. La casa estaba repleta de gente, apenas se podía avanzar entre tanta multitud. Había de todo, tanto caras conocidas, como caras las cuales son la primera vez que veo. Mis ojos pudieron captar a Rose, la capitana del equipo de animadoras, bailaba muy animaba junto con unos chicos desconocidos para mí. Es la típica niña pija y mimada que, como si fuera una regla la cual tienes que acatar, en todo instituto debe haber. También pude ver a Mike, conversaba bastante animado con… creo que con Abie, una chica de clase, la típica chica de dieces y sobresalientes. Aun no he planeado ni cualificado nada para poder acercarme a Mike y decirle que a Destiny le gusta otro, no quiero ni imaginar su expresión ante la noticia. Alejados de ellos, en una esquina del salón, se encontraba Destiny hablando con un chico, el cual no conozco, aunque mirándolo detenidamente, no está nada mal. Desvié mi mirada hacia una pequeña mesa con cocteles y bebidas, acompañados de cuencos con comida para picar en ellos. Como suponía, había de todo menos agua, una grande variedad de bebidas alcohólicas se posaban sobre la mesa, al lado de ellas, unos grandes vasos de plástico posados uno sobre otro, algunos cogían y se echaban de su bebida favorita en el vaso, para bebérsela de un solo trago, otros, directamente mezclaban, bebían, y volvían a mezclar, siendo el resultado de una resaca que jamás podrán olvidar.
-Menuda fiesta, ¿eh? –Comento Justin, al igual que yo, observaba cada rincón de la casa, algunos subían por las escaleras acompañados de alguna que otra chica la cual se encontraba en estado ebrio, otros incluso, acompañados de dos o más chicas.
-Y que lo digas. –Nuestro tono de voz era elevado, es la única forma de poder oírnos mutuamente.
-¡Mía! –Gire mi cabeza rápidamente a la dirección en la que me llamaban- Disculpa, paso por favor, ¿podrías apartarte? Gracias… ¡Auch! ¡Me has pisado! Ten más cuidado son nuevos. - Destiny se hacía paso entre la gente, aquello parecía un laberinto, como te descuidases, te perdías- ¡Mía! –Por fin se encontraba a mi lado, nos abrazamos y posamos un beso en cada lado de nuestras mejillas. Destiny iba muy elegante, con un vestido de tubo color rojo, junto a unos tacones dorados. Su pelo se encontraba liso, reluciendo un brillo descomunal, adornado por alguna que otra pinza a juego con los zapatos- Caray, que guapa vas, porque soy mujer, que si no te hacía cosas prohibidas. –Reímos, así es Destiny, derrochando humor allá a donde va- Hola Justin.
-Hola. –Se saludaron entre ambos y se dieron un beso en ambas mejillas, con toda la educación del mundo- Bonita fiesta, ¡arrasa! –Destiny rió, le encanta que alaben su trabajo, sea cual sea, este mal o bien hecho, aunque en este caso, Justin lleva razón, esta fiesta será difícil de olvidar.
-Gracias. –Mostró una enorme sonrisa sobre su rostro- Justin te la robo un momento, ¿sí? –Agarro mi mano y tiro de ella.
-No te preocupes, yo iré con unos amigos, eso sí. –Se acerco a mí, juntando nuestros rostros y dirigiendo su boca hacía mi oído- Esta noche pienso bailar contigo. –Besó tiernamente mi mejilla y desapareció, desapareció entre aquella multitud, y sin entenderlo, una extraña sensación inundo mi pecho al ver con mis propios ojos, como se marchaba de mi lado.
Destiny caminaba entre la gente, yendo yo detrás, esquivando a todo aquel que se interpusiese en medio, con numerosas veces en las que he estado a punto de chocar con alguien sin poder evitarlo, como si esto se tratase de una autopista. Llegamos a la mesa con las bebidas, Destiny cogió una botella y vertió su líquido en un vaso, para después conducirlo hasta su boca y desaparecer por ella. Cogió otro vaso, y esta vez vertió una bebida distinta a la anterior.
-Toma. –Estiró su brazo hacia mí ofreciéndome el vaso.
-No, sabes que no bebo. –Me negué, no me gusta beber.
-Oh vamos Mía, no seas aburrida, solo es un vaso, no pasa nada por beber una sola vez, además es una fiesta, ¡disfruta! –Destiny seguía con su brazo extendido, ofreciéndome la bebida. Dude, tengo un extraño presentimiento, siento que algo va a salir mal, pero como ella dice, por una vez no pasa nada, así que cogí el vaso de entre sus manos. Me sonrió, y juntas, bebimos el contenido de aquellos vasos, al principio un sabor fuerte y acido, después un sabor dulce y suave.
Primero fue un vaso, después fue otro, seguido de otro más, necesitaba más, estaba sedienta, sedienta de todo líquido proveniente de aquella mesa. Ya iba por el cuarto vaso, después fueron cinco. Sentía una inmensa felicidad recorrer mi cuerpo, a pesar de que este, a duras penas consiguiera mantenerse en pie. Me balanceaba de un lugar a otro, eso sí, con mi querido amigo en la mano. Bebía largos tragos del vaso, reía por tonterías, era todo tan divertido, jamás he experimentado esta sensación, siento que soy capaz de comerme el mundo, capaz de luchar contra aquellos villanos tan malvados que leía en mis cuentos de niña, y derrotarlos con una sola mano, estaba tan feliz. Hacía rato que había perdido de vista a Destiny, tampoco es que me importase, estaba tan feliz bailando en medio del salón, sintiendo como las notas de música recorren por mis venas, haciéndose dueñas de mi cuerpo, manejándolo a su antojo. Sentí como unas fuertes manos pasaban por mi cintura, me gire entre sus brazos, con mi vaso entre mis manos. Un chico me tenia agarrada, no lo conozco, pero no me importa, reí cuando lo vi y el rió conmigo, empezando así a bailar juntos, siguiendo el son de la música, dueña de todo.
NARRA JUSTIN:
Después de haber estado un rato con unos compañeros, me dispuse a buscar a Mía, y bailar junto a ella como anteriormente dije. Vi a Destiny, demasiado contenta junto a un chico, más bien, intercambiándose saliva. Es extraño, se supone que Mía debería estar con ella, o al menos, eso es lo que creía. Me adentré en el salón, multitud de personas bailaban alocadamente, otras, sencillamente se morreaban en el sofá, personas que ni siquiera saben el nombre del otro. Desvié mi mirada hacia el centro del salón, cuando vi algo que me partió el corazón, algo que jamás hubiera llegado a circular por mi mente, una pesadilla, una horrible pesadilla hecha realidad. Mía bailaba junto a otro, demasiado arrimados. Ella baila de una forma demasiado seductora y provocativa, sube y baja, con sus brazos alzados, mientras su espalda roza el cuerpo de aquel capullo. Una rabia comienza a invadir mi cuerpo sin yo haberlo permitido, cierro mis manos, convirtiéndolos en puños, puños deseosos de acabar en el rostro de aquel tipo. Y entonces, un gran volcán que se encontraba en mi interior, dormido, en calma, estalló, estalló al ver las manos de aquel tipo tocar y manosear como si fuera su dueño el culo de Mía, y sin pensarlo dos veces, me lacé contra ellos, separándolos y abalanzándome sobre él, propinándole multitud de puñetazos en la cara. Un coro de gente nos rodeó, contemplando la pelea, como si se tratase de un monumento. Descargaba toda mi ira y furia contra él, mis puños no se cansaban de acabar en su rostro, rompiéndole la nariz, mientras de esta salía sangre en abundancia, con una ceja partida y el labio roto. De repente sentí como unas manos me separaban de aquel bastardo, mientras este se levantaba gracias a la ayuda de alguien. Hice ademán de soltarme y volver a lanzarme al ataque, pero eran multitud de brazos los que me agarraban fuertemente. Desvié mi mirada en busca de la de Mía, buscando una respuesta en sus ojos bañados de ese verde tan especial y único, pero no los encontraba. Miré hacia el sofá, y la vi, tumbada sobre este, dormida, como si nunca hubiera roto un plato en su vida. Destiny apareció entre la multitud, llevándose las manos a la boca al ver como había dejado la cara de aquel desgraciado.
-Pero, ¿qué ha pasado aquí? –Nadie contestaba, aquel tipo desapareció a los segundos de que Destiny esperara una respuesta, si por mí fuera, hubiera acabado con él con mis propias manos- ¡Fuera! La fiesta a acabado, ¡venga, vamos! ¿A qué esperáis? ¡Fuera! –Sentí como soltaban mis brazos, sintiéndome libre, contemplando el estado del salón una vez todos se marcharon- Oh Dios mío, son todos unos cafres. –Miles y miles de vasos, unos vacios, otros medio llenos, se encontraban esparcidos por el suelo del salón, multitud de comida tirada y malgastada posada sobre el frío suelo hacían un contraste de colores.
-Lo siento, todo esto es culpa mía. –Me encontraba mal, por mi culpa la fiesta se ha acabado y todos se han marchado, dejando a Destiny a cargo de toda la limpieza de este estropicio, sin ni tan siquiera tener un mínimo de consideración. Giré mi cuerpo quedando a un metro o menos de distancia de Mía, me siento triste, triste y dolido, mucho. Me siento tan defraudado, está borracha, mañana apenas recordará esta noche, apenas recordará el baile junto a ese tipo, aunque por una parte, me alegro de que no lo recuerde, aunque jamás me esperé algo así de ella, de Mía.
-¿Esta borracha? –Preguntó Destiny mirando en la dirección en la que se encontraba Mía.
-Sí. –Dije dolido, y es que lo estaba, se que ha sido a causa del alcohol, pero aun así, me duele, me duele solo al recordar aquel baile.
-Joder, es culpa mía, yo le dije que bebiera, que no fuese tan aburrida, pero ella no quería beber, y acabo haciéndolo, acabo bebiendo conmigo, y conmigo debería de haber parado, pero me fui, la deje sola, joder esta así por mi culpa. –Los ojos de Destiny comenzaron a cristalizarse, no sé qué es lo que debo hacer, tengo a una chica llorando, y a otra borracha y dormida sobre el sofá. Me acerque a Destiny y la abrace, un abrazo es lo mejor que pueden brindarte en circunstancias como esta.
-No es culpa tuya, nadie tiene la culpa, así que no llores, ¿vale? Llorando no vamos a arreglar nada, además, yo te ayudo a recoger todo este estropicio. -Destiny asintió, arrebato algunas lágrimas de su rostro con sus manos, y ambos, nos pusimos manos a la obra, dispuestos a dejar la casa como al principio.
Entramos por la pequeña puerta de color blanca, aunque a estas horas de la noche, poco blanco podría apreciarse. Atravesamos el pequeño jardín adornado con árboles bien podados y un perfecto césped cortado, con aquellas petunias plantadas por Emily, la madre de Destiny, nunca podre comprender como una persona puede sentir tanto aprecio por unas flores. Subimos los pequeños escalones que daban al porche y seguido de este, la puerta principal. Giré lentamente el pomo de la puerta, estaba abierta, aunque ahora que me paro a pensar, es de lógica, con lo elevada que esta la música, sería imposible escuchar el sonido del timbre, tocado por los invitados. Entramos en el interior, todo estaba oscuro salvo unos pequeños rayos de luz de diferentes colores, bailando entre sí por toda la estancia. La casa estaba repleta de gente, apenas se podía avanzar entre tanta multitud. Había de todo, tanto caras conocidas, como caras las cuales son la primera vez que veo. Mis ojos pudieron captar a Rose, la capitana del equipo de animadoras, bailaba muy animaba junto con unos chicos desconocidos para mí. Es la típica niña pija y mimada que, como si fuera una regla la cual tienes que acatar, en todo instituto debe haber. También pude ver a Mike, conversaba bastante animado con… creo que con Abie, una chica de clase, la típica chica de dieces y sobresalientes. Aun no he planeado ni cualificado nada para poder acercarme a Mike y decirle que a Destiny le gusta otro, no quiero ni imaginar su expresión ante la noticia. Alejados de ellos, en una esquina del salón, se encontraba Destiny hablando con un chico, el cual no conozco, aunque mirándolo detenidamente, no está nada mal. Desvié mi mirada hacia una pequeña mesa con cocteles y bebidas, acompañados de cuencos con comida para picar en ellos. Como suponía, había de todo menos agua, una grande variedad de bebidas alcohólicas se posaban sobre la mesa, al lado de ellas, unos grandes vasos de plástico posados uno sobre otro, algunos cogían y se echaban de su bebida favorita en el vaso, para bebérsela de un solo trago, otros, directamente mezclaban, bebían, y volvían a mezclar, siendo el resultado de una resaca que jamás podrán olvidar.
-Menuda fiesta, ¿eh? –Comento Justin, al igual que yo, observaba cada rincón de la casa, algunos subían por las escaleras acompañados de alguna que otra chica la cual se encontraba en estado ebrio, otros incluso, acompañados de dos o más chicas.
-Y que lo digas. –Nuestro tono de voz era elevado, es la única forma de poder oírnos mutuamente.
-¡Mía! –Gire mi cabeza rápidamente a la dirección en la que me llamaban- Disculpa, paso por favor, ¿podrías apartarte? Gracias… ¡Auch! ¡Me has pisado! Ten más cuidado son nuevos. - Destiny se hacía paso entre la gente, aquello parecía un laberinto, como te descuidases, te perdías- ¡Mía! –Por fin se encontraba a mi lado, nos abrazamos y posamos un beso en cada lado de nuestras mejillas. Destiny iba muy elegante, con un vestido de tubo color rojo, junto a unos tacones dorados. Su pelo se encontraba liso, reluciendo un brillo descomunal, adornado por alguna que otra pinza a juego con los zapatos- Caray, que guapa vas, porque soy mujer, que si no te hacía cosas prohibidas. –Reímos, así es Destiny, derrochando humor allá a donde va- Hola Justin.
-Hola. –Se saludaron entre ambos y se dieron un beso en ambas mejillas, con toda la educación del mundo- Bonita fiesta, ¡arrasa! –Destiny rió, le encanta que alaben su trabajo, sea cual sea, este mal o bien hecho, aunque en este caso, Justin lleva razón, esta fiesta será difícil de olvidar.
-Gracias. –Mostró una enorme sonrisa sobre su rostro- Justin te la robo un momento, ¿sí? –Agarro mi mano y tiro de ella.
-No te preocupes, yo iré con unos amigos, eso sí. –Se acerco a mí, juntando nuestros rostros y dirigiendo su boca hacía mi oído- Esta noche pienso bailar contigo. –Besó tiernamente mi mejilla y desapareció, desapareció entre aquella multitud, y sin entenderlo, una extraña sensación inundo mi pecho al ver con mis propios ojos, como se marchaba de mi lado.
Destiny caminaba entre la gente, yendo yo detrás, esquivando a todo aquel que se interpusiese en medio, con numerosas veces en las que he estado a punto de chocar con alguien sin poder evitarlo, como si esto se tratase de una autopista. Llegamos a la mesa con las bebidas, Destiny cogió una botella y vertió su líquido en un vaso, para después conducirlo hasta su boca y desaparecer por ella. Cogió otro vaso, y esta vez vertió una bebida distinta a la anterior.
-Toma. –Estiró su brazo hacia mí ofreciéndome el vaso.
-No, sabes que no bebo. –Me negué, no me gusta beber.
-Oh vamos Mía, no seas aburrida, solo es un vaso, no pasa nada por beber una sola vez, además es una fiesta, ¡disfruta! –Destiny seguía con su brazo extendido, ofreciéndome la bebida. Dude, tengo un extraño presentimiento, siento que algo va a salir mal, pero como ella dice, por una vez no pasa nada, así que cogí el vaso de entre sus manos. Me sonrió, y juntas, bebimos el contenido de aquellos vasos, al principio un sabor fuerte y acido, después un sabor dulce y suave.
Primero fue un vaso, después fue otro, seguido de otro más, necesitaba más, estaba sedienta, sedienta de todo líquido proveniente de aquella mesa. Ya iba por el cuarto vaso, después fueron cinco. Sentía una inmensa felicidad recorrer mi cuerpo, a pesar de que este, a duras penas consiguiera mantenerse en pie. Me balanceaba de un lugar a otro, eso sí, con mi querido amigo en la mano. Bebía largos tragos del vaso, reía por tonterías, era todo tan divertido, jamás he experimentado esta sensación, siento que soy capaz de comerme el mundo, capaz de luchar contra aquellos villanos tan malvados que leía en mis cuentos de niña, y derrotarlos con una sola mano, estaba tan feliz. Hacía rato que había perdido de vista a Destiny, tampoco es que me importase, estaba tan feliz bailando en medio del salón, sintiendo como las notas de música recorren por mis venas, haciéndose dueñas de mi cuerpo, manejándolo a su antojo. Sentí como unas fuertes manos pasaban por mi cintura, me gire entre sus brazos, con mi vaso entre mis manos. Un chico me tenia agarrada, no lo conozco, pero no me importa, reí cuando lo vi y el rió conmigo, empezando así a bailar juntos, siguiendo el son de la música, dueña de todo.
NARRA JUSTIN:
Después de haber estado un rato con unos compañeros, me dispuse a buscar a Mía, y bailar junto a ella como anteriormente dije. Vi a Destiny, demasiado contenta junto a un chico, más bien, intercambiándose saliva. Es extraño, se supone que Mía debería estar con ella, o al menos, eso es lo que creía. Me adentré en el salón, multitud de personas bailaban alocadamente, otras, sencillamente se morreaban en el sofá, personas que ni siquiera saben el nombre del otro. Desvié mi mirada hacia el centro del salón, cuando vi algo que me partió el corazón, algo que jamás hubiera llegado a circular por mi mente, una pesadilla, una horrible pesadilla hecha realidad. Mía bailaba junto a otro, demasiado arrimados. Ella baila de una forma demasiado seductora y provocativa, sube y baja, con sus brazos alzados, mientras su espalda roza el cuerpo de aquel capullo. Una rabia comienza a invadir mi cuerpo sin yo haberlo permitido, cierro mis manos, convirtiéndolos en puños, puños deseosos de acabar en el rostro de aquel tipo. Y entonces, un gran volcán que se encontraba en mi interior, dormido, en calma, estalló, estalló al ver las manos de aquel tipo tocar y manosear como si fuera su dueño el culo de Mía, y sin pensarlo dos veces, me lacé contra ellos, separándolos y abalanzándome sobre él, propinándole multitud de puñetazos en la cara. Un coro de gente nos rodeó, contemplando la pelea, como si se tratase de un monumento. Descargaba toda mi ira y furia contra él, mis puños no se cansaban de acabar en su rostro, rompiéndole la nariz, mientras de esta salía sangre en abundancia, con una ceja partida y el labio roto. De repente sentí como unas manos me separaban de aquel bastardo, mientras este se levantaba gracias a la ayuda de alguien. Hice ademán de soltarme y volver a lanzarme al ataque, pero eran multitud de brazos los que me agarraban fuertemente. Desvié mi mirada en busca de la de Mía, buscando una respuesta en sus ojos bañados de ese verde tan especial y único, pero no los encontraba. Miré hacia el sofá, y la vi, tumbada sobre este, dormida, como si nunca hubiera roto un plato en su vida. Destiny apareció entre la multitud, llevándose las manos a la boca al ver como había dejado la cara de aquel desgraciado.
-Pero, ¿qué ha pasado aquí? –Nadie contestaba, aquel tipo desapareció a los segundos de que Destiny esperara una respuesta, si por mí fuera, hubiera acabado con él con mis propias manos- ¡Fuera! La fiesta a acabado, ¡venga, vamos! ¿A qué esperáis? ¡Fuera! –Sentí como soltaban mis brazos, sintiéndome libre, contemplando el estado del salón una vez todos se marcharon- Oh Dios mío, son todos unos cafres. –Miles y miles de vasos, unos vacios, otros medio llenos, se encontraban esparcidos por el suelo del salón, multitud de comida tirada y malgastada posada sobre el frío suelo hacían un contraste de colores.
-Lo siento, todo esto es culpa mía. –Me encontraba mal, por mi culpa la fiesta se ha acabado y todos se han marchado, dejando a Destiny a cargo de toda la limpieza de este estropicio, sin ni tan siquiera tener un mínimo de consideración. Giré mi cuerpo quedando a un metro o menos de distancia de Mía, me siento triste, triste y dolido, mucho. Me siento tan defraudado, está borracha, mañana apenas recordará esta noche, apenas recordará el baile junto a ese tipo, aunque por una parte, me alegro de que no lo recuerde, aunque jamás me esperé algo así de ella, de Mía.
-¿Esta borracha? –Preguntó Destiny mirando en la dirección en la que se encontraba Mía.
-Sí. –Dije dolido, y es que lo estaba, se que ha sido a causa del alcohol, pero aun así, me duele, me duele solo al recordar aquel baile.
-Joder, es culpa mía, yo le dije que bebiera, que no fuese tan aburrida, pero ella no quería beber, y acabo haciéndolo, acabo bebiendo conmigo, y conmigo debería de haber parado, pero me fui, la deje sola, joder esta así por mi culpa. –Los ojos de Destiny comenzaron a cristalizarse, no sé qué es lo que debo hacer, tengo a una chica llorando, y a otra borracha y dormida sobre el sofá. Me acerque a Destiny y la abrace, un abrazo es lo mejor que pueden brindarte en circunstancias como esta.
-No es culpa tuya, nadie tiene la culpa, así que no llores, ¿vale? Llorando no vamos a arreglar nada, además, yo te ayudo a recoger todo este estropicio. -Destiny asintió, arrebato algunas lágrimas de su rostro con sus manos, y ambos, nos pusimos manos a la obra, dispuestos a dejar la casa como al principio.
He perdido la cuenta del tiempo que llevamos limpiando, ¿dos horas tal vez? ¿Tres? Suspiré, estoy agotado, pero ha merecido la pena, la casa esta como nueva, y Mía sigue durmiendo, gracias a Dios que esta noche mama pasará la noche en la oficina, a causa del papeleo y cosas de su oficio, si la viera en este estado, me mataría.
-Nosotros nos vamos ya. –Me acerque al sofá, contemplando a Mía, contemplando su cara de niña buena, la cara que hace apenas horas, disfrutaba moviendo sus caderas junto a las de ese tipo. Sacudí mi cabeza varias veces, solo con pensarlo, siento como la sangre hierve en el interior de mis venas.
-¿Seguro? ¿Vas a despertarla? –Podía notar la angustia que bañaba sus palabras, a pesar de todo lo que le he dicho, Destiny sigue encabezonada con que la culpa es suya.
-No, la llevaré en brazos, de todos modos mi casa no se encuentra muy lejos. –Contesté.
-Está bien. –Dijo en una especie de susurro.
Pase mis brazos temblorosos por su espalda y piernas, sus suaves piernas, y de un impulso, la cargue en mis brazos, como a una princesa, mi princesa. Destiny colocó su negra chaqueta sobre su cuerpo y nos abrió la puerta, me despedí de ella, y me dirigí a mi casa, con ella en mis brazos.
La fría brisa de la noche daba de lleno en mi rostro. Mi mirada estaba clavada en su cara, la cual esta apoyada en mi pecho, durmiendo plácidamente. No supone ninguna molestia llevarla entre mis brazos, apenas noto su peso, pero me hubiese gustado que hubiesen sido otros, los acontecimientos para poder cargarla entre mis brazos, y no estos.
Llegamos a casa, y torpemente conseguí abrir la puerta. Subí las escaleras y me dirigí a su habitación, la cual al entrar en ella, su olor, su dulce olor captaron todos mis sentidos. La posé lentamente sobre la cama, como si de una muñequita de porcelana se tratase. Me tumbe a su lado, contemplándola, contemplando su profundo sueño, su continua y cálida respiración, contemplando la suavidad de su piel. Pase mis manos por su rostro, su suave rostro. Me duele, estoy dolido, mucho, a quien pretendo engañar. No tengo ni idea de cómo haré para poder mirarla a la cara, o sencillamente para poder hablarle, no sé nada. Solo sé, que a mi pesar, a pesar de todo, a pesar de querer dejar de amarla, de querer despreciarla o de querer ignorarla, no puedo, porque ella y yo, somos dos polos opuestos, dos almas demasiado diferentes, pero, los opuestos se atraen, formando así el equilibro que nuestras almas anhelan. Y así, es como a acabado esta noche, esta noche que iba a ser especial para ambos, a acabado en desastre, ha acabado sin ese baile que prometí, sin ese baile que ambos deseábamos, sin ese baile tan especial para mí, sin ese baile el cual la Luna, iba a volver a ser testigo una vez más de mi amor hacia ella, nuestro amor.
-Nosotros nos vamos ya. –Me acerque al sofá, contemplando a Mía, contemplando su cara de niña buena, la cara que hace apenas horas, disfrutaba moviendo sus caderas junto a las de ese tipo. Sacudí mi cabeza varias veces, solo con pensarlo, siento como la sangre hierve en el interior de mis venas.
-¿Seguro? ¿Vas a despertarla? –Podía notar la angustia que bañaba sus palabras, a pesar de todo lo que le he dicho, Destiny sigue encabezonada con que la culpa es suya.
-No, la llevaré en brazos, de todos modos mi casa no se encuentra muy lejos. –Contesté.
-Está bien. –Dijo en una especie de susurro.
Pase mis brazos temblorosos por su espalda y piernas, sus suaves piernas, y de un impulso, la cargue en mis brazos, como a una princesa, mi princesa. Destiny colocó su negra chaqueta sobre su cuerpo y nos abrió la puerta, me despedí de ella, y me dirigí a mi casa, con ella en mis brazos.
La fría brisa de la noche daba de lleno en mi rostro. Mi mirada estaba clavada en su cara, la cual esta apoyada en mi pecho, durmiendo plácidamente. No supone ninguna molestia llevarla entre mis brazos, apenas noto su peso, pero me hubiese gustado que hubiesen sido otros, los acontecimientos para poder cargarla entre mis brazos, y no estos.
Llegamos a casa, y torpemente conseguí abrir la puerta. Subí las escaleras y me dirigí a su habitación, la cual al entrar en ella, su olor, su dulce olor captaron todos mis sentidos. La posé lentamente sobre la cama, como si de una muñequita de porcelana se tratase. Me tumbe a su lado, contemplándola, contemplando su profundo sueño, su continua y cálida respiración, contemplando la suavidad de su piel. Pase mis manos por su rostro, su suave rostro. Me duele, estoy dolido, mucho, a quien pretendo engañar. No tengo ni idea de cómo haré para poder mirarla a la cara, o sencillamente para poder hablarle, no sé nada. Solo sé, que a mi pesar, a pesar de todo, a pesar de querer dejar de amarla, de querer despreciarla o de querer ignorarla, no puedo, porque ella y yo, somos dos polos opuestos, dos almas demasiado diferentes, pero, los opuestos se atraen, formando así el equilibro que nuestras almas anhelan. Y así, es como a acabado esta noche, esta noche que iba a ser especial para ambos, a acabado en desastre, ha acabado sin ese baile que prometí, sin ese baile que ambos deseábamos, sin ese baile tan especial para mí, sin ese baile el cual la Luna, iba a volver a ser testigo una vez más de mi amor hacia ella, nuestro amor.
viernes, 3 de febrero de 2012
Capitulo 9 : El Amor No Entiende De Razones.
NARRA MIA:
No podía lograr reconciliar el sueño, no después de haber oído lo que se supone que es una declaración de amor. En mi mente solo se escuchaba una cosa, y esa cosa es su nombre, su maravilloso nombre. Lo peor de todo, es que estoy confusa, no sé qué hacer, nunca he visto a Justin como… bueno, en realidad nunca lo he visto como un amigo, así que no puedo ni tan siquiera imaginarlo como algo más. Miré los fluorescentes números del reloj de mi mesilla, las doce, tres horas pensando en Justin, tres horas dando vueltas en mi cama sin conseguir dormir. Me levante, quedando sentada en el filo de esta. Eche mi pelo hacia atrás con mi mano, mirando así a la nada. Suspire. ¿Cómo se supone que podre mirar a Justin a la cara? Él creé que estaba dormida, pero no, lo he escuchado todo, hasta la última coma de sus palabras. Debo reconocer, que últimamente cada vez que me acerco a Justin o estamos más cerca de lo normal, unas mariposillas inundan mi barriga, produciendo así un cosquilleo inevitable. Justin se ha comportado conmigo en este tiempo, como jamás ningún otro chico ha llegado a tratarme en todo lo que llevo de vida. Me levante lentamente de la cama, y me dirigí con paso lento hacia la puerta, abriéndola y saliendo de ella intentando hacer el menor ruido posible. No entiendo porque estoy haciendo esto, pero necesito verle, necesito saber que todo lo que me ha dicho no ha sido ningún sueño, y menos, producto de mi imaginación. Necesito ver aunque sea su rostro por un instante, para que mis sentimientos despierten y me digan de una vez por todas, que es lo que siento, si todas estas mariposillas en mi estomago significan el comienzo de algo o, simplemente estoy confusa y me juegan una mala pasada.
Las cosas van demasiado rápido, siento que en cualquier momento despertaré de este sueño y volveré a la vida real, cayéndome así de la nube que mi mente a fabricado exclusivamente para mí. Me pare justo en mitad del pasillo, y desvié mi mirada hasta la habitación de Justin, la puerta estaba abierta. Sigilosamente entre por ella y a pesar de la abundante oscuridad que retenía la habitación, la tenue luz de la Luna me alumbraba, permitiéndome así contemplar a Justin en el interior de su cama, tapado hasta el cuello. Camine lentamente hacia él, sin hacer ningún ruido el cual pueda despertarlo y lo observe, observe cada fracción de su cara, sus labios, sus carnosos labios, aquellos los cuales he tenido multitud de oportunidades de besar y por causas del destino, no he podido hacerlo. Sus preciosos ojos miel, tapados por sus parpados los cuales no me permitían contemplarlos, pero, es preferible así, ¿qué escusa diría para explicar el por qué me encuentro aquí? Ni yo misma acabo de entender que es lo que estoy haciendo, pero verlo, aunque sea dormido, me transmite paz, esa paz que necesito en mi interior, esa paz la cual me dice que nada malo pasará, nada malo mientras él siga a mi lado.
Los parpados de Justin comenzaron a temblar, escuchando así los sonidos que transmitía con su boca, indicándome que se estaba desperezando, conclusión: se va a despertar. Comencé a ponerme nerviosa, ¿qué le diré ahora? ¿Qué escusa pondré para justificar mi presencia aquí? No lo pensé dos veces y corrí hacia el baño de su habitación, intentando hacer el menor ruido posible, aunque creo que no complete la misión al cien por cien. Si, lo sé, nunca aprendo y es que podría haberme dirigido a mi habitación, ¡pero no! No hay mejor sitio para poder esconderse de Justin y que no me encuentre en su habitación, que esconderme en el baño de esta. Pegue mi cuerpo a la pared, rezando para que no se levantara de la cama y menos se dirigiera al baño. No escuchaba nada, pero aun así el silencio hacia que mis nervios aumentaran. Dicen que la curiosidad mato al gato ¿verdad? Pues nunca mejor dicho. Asome lentamente mi cabeza, comprobando que todo siguiera en su sitio y Justin no se hubiera despertado, y lo habría hecho si no fuera por unas fuertes pero suaves manos, las cuales me acorralaron contra la pared, haciendo que soltara un leve e inaudible gemido al sentir chocar mi espalda fuertemente con esta. Lentamente elevé mi cabeza, quedando fija así mi mirada en esos ojos miel que tanto me gustan, contemplando así ese brillo tan especial que abundaba en su mirada, siendo la Luna testigo de todo lo que estaba ocurriendo en esta fría pero intensa noche.
-¿Mía? ¿Qué haces aquí? –A pesar de la oscuridad, podía ver la confusión que inundaba su rostro, pero aun así, sonreía pícaramente…
-Yo… pues… ¡vaya! ¿Qué hago aquí? No me acuerdo de nada… seré sonámbula… ¡bueno, buenas noches, que descanses! –Me zafe de su agarre y salí con paso ligero del baño, me hubiera marchado de su habitación, si no fuera porque su brazo, agarrando el mío lo impedían. Giró mi cuerpo, rodeando así mi cintura con sus fuertes brazos, atrayéndome hacia su cuerpo y por inercia, posando mis manos en su pecho, el cual se encontraba sin ninguna camiseta cubriéndole, dándome cuenta de este hecho segundos después, dejando a la vista esos abdominales tan marcados, los cuales toda chica desea tocar.
-Con que… sonámbula, ¿eh? –Vi aquella sonrisa torcida sobre su rostro y al mismo tiempo pícara, la cual provoco que un escalofrió inundara mi cuerpo, recorriéndolo de pies a cabeza.
-Sí. –Dije bastante nerviosa, mientras tragaba saliva sonoramente.
-¿Enserio piensas que me lo creo? Voy a tener que darte clases de práctica para buenas escusas Mía. –Vale, me ha pillado, nunca se me ha dado mal esto de fingir y decir mentiras en situaciones las cuales las requieren, pero con Justin es distinto, y es que siento que sus ojos ven a través de los míos, viendo toda la verdad en mi mirada, haciendo que los nervios se apoderen de mi cuerpo y mi mente se quede en blanco- Y ahora, ¿vas a decirme que haces aquí a estas horas? – ¿Que contestar si cuando ni una misma logra entender nada? ¿Si cuando tu cuerpo actúa por si solo ignorando las órdenes de tu cabeza y haciendo lo que a él le plazca? Contestare con la verdad, simplemente con la verdad.
-¿Quieres saber que hago aquí? –Asintió- Pues siento no poder contestarte, ya que ni yo misma entiendo que es lo que pinto en tu habitación. Debería estar acostada sobre mi cama, durmiendo y teniendo dulces sueños, pero en cambio estoy aquí, en tu habitación, acabo de despertarte y lo peor de todo, es que no quiero marcharme… -¿Acabo de decir que no quiero marcharme? Oh Dios… ¡Acabo de decir que no quiero marcharme! Definitivamente he perdido el control de mi cuerpo y mi mente.
-No me has despertado por que ya estaba despierto, no podía dormir además… espera un momento, has dicho que… ¿no quieres marcharte? – Pude ver su perfecta sonrisa, mostrándome esos perfectos dientes blancos al terminar de decir su frase. Genial, ¿qué digo ahora? Los nervios en mi cuerpo acaban de multiplicarse por mil, si no fuera porque Justin me tiene agarrada, estaría en el suelo, ya que ni tan siquiera mis piernas me responden.
Débilmente hice fuerza con mis manos contra el pecho de Justin, separándome así de su ardiente cuerpo. Alce mi cabeza, fijando mi mirada en la suya, sus ojos me transmitían confusión, pero a pesar de ello, no perdían ese brillo tan especial. Puede que haya puesto una distancia intermedia entre nosotros en este instante, pero dicha distancia no era más de cinco centímetros, cinco escasos centímetros que separaban sus labios de los míos. Comencé a retroceder lentamente, al mismo tiempo que Justin avanzaba, siguiendo mis pasos, es como si… huyera de él. Andaba hacia atrás ciegamente, ya que mi mirada estaba clavada en la de Justin y no se separaban ni un segundo. No sé a dónde me dirijo, si a la puerta de su habitación, o sencillamente a ningún lado, solo espero no tropezar con nada. Esta situación que estábamos viviendo, parecía un baile, un lento pero bonito baile, donde por muchos pasos que retroceda, Justin los sigue, donde si paro, Justin para, haga lo que haga, Justin me imitará sin perder así el ritmo de este momento. Sentí como mis gemelos chocaban contra algo, perdiendo así el equilibro y cayendo sobre una superficie blanda y cómoda, su cama. En menos de un abrir y cerrar de ojos, Justin se situó sobre mí, agarrando cada una de mis muñecas delicadamente con sus manos, llevándolas así hacia atrás, quedando a cada lado de mi cabeza. Sentía su peso caer sobre mi cuerpo, pero no era molesto, al contrario, era demasiado agradable, ya que tenía toda la atención y delicadeza de no hacerme daño ni aplastarme con él. Mi respiración comenzó a acelerarse y entre cortarse, nuestros cuerpos estaban pegados, uno sobre otro, como dos piezas de un rompe cabezas donde por más que intentaban encajar en un hueco, aquel no era su sitio, y al fin acaban de encontrarlo, encajando a la perfección. Mi corazón parecía salir de mi pecho en cualquier momento, latía demasiado deprisa, al borde de explotar.
-¿Vas a contestarme ya? –Pregunto Justin en un tono de voz demasiado excitante. Su aliento daba de lleno en mi cara, al igual que su respiración y es que lo único que separa su rostro del mío, es una fina y molesta capa de aire.
-¿Cómo quieres que conteste si ni siquiera yo tengo una respuesta para la multitud de preguntas que predominan en mi cabeza? –Mi voz parecía ser lo único que aun mantengo bajo mi poder.
-Pregúntame a mí, puede que yo tenga la respuesta a tus preguntas. –Fugazmente, una idea alumbró mi mente y sin poder controlarlo, una sonrisa se escapo sin permiso de mis labios, lo que hizo que Justin sonriera conmigo.
Hice fuerza contra el cuerpo de Justin, este dudo, pero se dejo llevar, lo que conllevo a que ahora fuera yo quien estuviera sobre Justin, sonriendo. El ambiente era el más adecuado para esta situación, el cielo pintado de oscuro, una agradable oscuridad invadiendo la habitación, la cual, al mismo tiempo es alumbrada por la suave luz que desprende la Luna, esa Luna que no pierde lujo de detalles de esta noche.
-¿Por qué cuando estoy contigo o simplemente siento tu presencia, unas mariposillas comienzan a revolotear por mi estomago, produciendo una sensación tan maravillosa, la cual es imposible describir con palabras? –No sé de donde he sacado tanta valentía para que estas palabras salgan de mi boca, pero siento que me he quitado un gran peso de encima. Los ojos de Justin iban aumentando de tamaño conforme hablaba, para finalmente sonreír tiernamente e imitarme, siendo él ahora, el que volvía a estar sobre mí.
-Puede que esas mariposillas, estén a mi favor, porque si no me equivoco, sientes algo que no quieres descubrir, algo que te da miedo con tan solo pensarlo, pero, ¿sabes qué? Puede que este metiendo la pata hasta el fondo y me refiera a algo que no viene a la situación, pero de todos modos, quiero que sepas, que siempre voy a estar contigo, pase lo que pase. –Aquellas palabras, saliendo de la boca de Justin, viéndolo con mis propios ojos y sobre todo sin ser ningún sueño, me llegaron, me llegaron al corazón, haciendo que casi se escapara una lágrima de mi ojos, pero la controle.
Volví ha hacer el mismo movimiento de antes, tomando yo ahora el control de la situación, posándome sobre Justin, el cual aun no había borrado esa sonrisa tan tierna de su rostro, lo que hizo que sonriera acompañándolo.
-Si te dijera que tienes razón en todo lo que has dicho y casi me haces llorar con tus últimas palabras, ¿qué harías? –La sonrisa tierna de Justin se borro por completo, para mostrarme una sonrisa mayor, una sonrisa que refleja muchas cosas, demasiadas, una sonrisa, que sencillamente enamora.
Justin me agarró de la cintura, posándome en la superficie de la cama, a su lado y rápidamente volvió a colocarse sobre mí. Mordió su labio inferior, y a pesar de ser pleno invierno, estaba comenzando a tener calor, este chico supera los límites de perfección permitidos. Fue acercando lentamente su rostro al mío, besando así mi frente, para luego bajar su boca rozando mi piel y besar la punta de mi nariz, desviando su boca hacia su derecha, besando mi mejilla, para después, colocar su boca en mi oído, susurrándome en este.
-Lo que haría, sería esto. –Susurro. Mordió el lóbulo de mi oreja, haciendo así que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo al completo.
Justin fue haciendo una fila de besos desde mi cuello hasta mi mejilla y de mi mejilla daba pequeños besos lentos, muy lentos mientras se acercaba a mis labios. Sus labios contra mi piel eran una mezcla explosiva, provocando miles y miles de mariposillas en mi estomago. Rozo su nariz contra la mía varias veces, suave, muy suave, haciendo que el momento fuera más bonito aun. Sus labios estaban a menos de un milímetro de distancia, Justin fue acercándose muy lentamente, como si fuera a cámara lenta. Ahora sí, ahora si íbamos a besarnos, nada ni nadie nos iban a interrumpir este momento, este mágico momento. Rozo sus labios con los míos fugazmente, haciendo que mis piernas comenzaran a temblar provocado por los nervios, quería besarlo, quería probar aquellos labios tan apetecibles que tantas oportunidades he tenido, pero ahora, ahora es la definitiva, ahora sí, por fin voy a lograr mi meta. Y entonces, todo el tiempo que he estado esperándolo, todas las oportunidades fallidas, todos los recuerdos dolorosos, todo, se borro de mi mente en este instante, en este mágico instante. Sus labios terminaron de juntarse con los míos, ahora sí, esto sí es un beso de verdad. Si estuviera en mis manos, pararía el tiempo, congelando así este momento, haciendo que este beso nunca termine, que sea infinito. Sus labios posados sobre los míos, que sensación tan maravillosa. Comenzamos un juego de movimiento, un juego donde nuestros labios se movían al compás, sin perder el margen, encajando a la perfección como dos piezas de un mecanismo. Al principio el beso solo fue movimiento, pero la cosa cambio, el beso se volvió más pasional, con mas lujuria. Justin entre abrió su boca, dando paso a su lengua, lo cual hizo que yo también abriera la mía, donde mi lengua esperaba la suya con ansias, donde una vez se juntaron, comenzaron a bailar un precioso vals, sin separarse ni un instante, mientras la lengua de Justin inspeccionaba mi boca, sin dejarse ningún rincón por ver. Pero teníamos que separarnos, el aire que permanecía guardado en mis pulmones se gasto, por lo cual necesitaba respirar, y por lo visto, Justin también. Nos separamos lentamente, parecía que nuestros labios no querían despedirse los unos de los otros, pero finalmente tuvieron que hacerlo. Tome aire, mi respiración era acelerada, igual que la de Justin. Lo miré a los ojos, nuestras miradas se cruzaron, y sin entender el porqué, mis mejillas se ruborizaron. Sin duda, este ha sido el mejor beso de mi vida, jamás, y repito, jamás, un beso me ha transmitido tantos sentimientos juntos, pero sobre todo, jamás me había transmitido amor, ese amor que tanto necesito.
-Eso, es lo que haría. –Dijo Justin. Poso so mano en mi mejilla derecha, acariciándola suavemente. Sonreí y lo abrace, acabando de juntar nuestros cuerpos, sintiendo el latir de su corazón, sus rápidas pulsaciones eran una dulce melodía para mis oídos. Nos sentamos sobre la cama, ¿qué será lo que va a ocurrir ahora? ¿Después de este beso? Justin no borraba esa sonrisa de su rostro y yo no hice el mínimo esfuerzo por borrar la mía.
-¿Quieres dormir esta noche conmigo? –Pregunto con ese brillo esperanzador en su mirada.
-¿Y si nos ve tu madre? –Pregunte esta vez yo un tanto preocupada, no había pensado en Pattie, ¿qué haría si supiese que nos hemos besado de una forma tan… especial?
-Tranquila, mi madre se va a trabajar antes de que nos despertemos nosotros, y no acostumbra a fisgonear por las habitaciones, pero si se diera el hecho, estoy seguro de que sería tal la felicidad que recorrería su cuerpo, que prepararía una fiesta en casa. -Carcajeo en voz baja y yo reí por su comentario.
Gateé hasta la almohada de la cama y me adentré en ella, tapándome con el edredón, Justin sonrió e imito mis movimientos, adentrándose en la cama, quedando cara a cara. Pasó su brazo por mi cintura y me acercó a su cuerpo, mientras pasaba mis brazos por su espalda aferrándome así a él, durmiendo abrazados. Lo tengo claro, ese beso que hemos compartido, me ha abierto los ojos, me ha hecho ver, que tengo delante a la persona que busco. Es irónico pensar como tu peor enemigo, ha pasado a ser tu amor y es que si del amor al odio, hay un paso, del odio al amor, hay menos de eso. Esta noche será inolvidable para los dos, esta noche, donde la Luna es nuestro cómplice, donde la Luna guardara este secreto, donde la Luna, ha sido ese Cupido que ha hecho que esta noche, sea tan mágica y especial, donde ha hecho que esta noche, mostremos nuestros sentimientos sin obstáculos intermedios, donde esta noche, nos hemos besado por primera vez, mostrándonos uno al otro, nuestro verdadero yo, donde esta noche, me ha hecho abrir los ojos, dándome cuenta, de que lo quiero.
No podía lograr reconciliar el sueño, no después de haber oído lo que se supone que es una declaración de amor. En mi mente solo se escuchaba una cosa, y esa cosa es su nombre, su maravilloso nombre. Lo peor de todo, es que estoy confusa, no sé qué hacer, nunca he visto a Justin como… bueno, en realidad nunca lo he visto como un amigo, así que no puedo ni tan siquiera imaginarlo como algo más. Miré los fluorescentes números del reloj de mi mesilla, las doce, tres horas pensando en Justin, tres horas dando vueltas en mi cama sin conseguir dormir. Me levante, quedando sentada en el filo de esta. Eche mi pelo hacia atrás con mi mano, mirando así a la nada. Suspire. ¿Cómo se supone que podre mirar a Justin a la cara? Él creé que estaba dormida, pero no, lo he escuchado todo, hasta la última coma de sus palabras. Debo reconocer, que últimamente cada vez que me acerco a Justin o estamos más cerca de lo normal, unas mariposillas inundan mi barriga, produciendo así un cosquilleo inevitable. Justin se ha comportado conmigo en este tiempo, como jamás ningún otro chico ha llegado a tratarme en todo lo que llevo de vida. Me levante lentamente de la cama, y me dirigí con paso lento hacia la puerta, abriéndola y saliendo de ella intentando hacer el menor ruido posible. No entiendo porque estoy haciendo esto, pero necesito verle, necesito saber que todo lo que me ha dicho no ha sido ningún sueño, y menos, producto de mi imaginación. Necesito ver aunque sea su rostro por un instante, para que mis sentimientos despierten y me digan de una vez por todas, que es lo que siento, si todas estas mariposillas en mi estomago significan el comienzo de algo o, simplemente estoy confusa y me juegan una mala pasada.
Las cosas van demasiado rápido, siento que en cualquier momento despertaré de este sueño y volveré a la vida real, cayéndome así de la nube que mi mente a fabricado exclusivamente para mí. Me pare justo en mitad del pasillo, y desvié mi mirada hasta la habitación de Justin, la puerta estaba abierta. Sigilosamente entre por ella y a pesar de la abundante oscuridad que retenía la habitación, la tenue luz de la Luna me alumbraba, permitiéndome así contemplar a Justin en el interior de su cama, tapado hasta el cuello. Camine lentamente hacia él, sin hacer ningún ruido el cual pueda despertarlo y lo observe, observe cada fracción de su cara, sus labios, sus carnosos labios, aquellos los cuales he tenido multitud de oportunidades de besar y por causas del destino, no he podido hacerlo. Sus preciosos ojos miel, tapados por sus parpados los cuales no me permitían contemplarlos, pero, es preferible así, ¿qué escusa diría para explicar el por qué me encuentro aquí? Ni yo misma acabo de entender que es lo que estoy haciendo, pero verlo, aunque sea dormido, me transmite paz, esa paz que necesito en mi interior, esa paz la cual me dice que nada malo pasará, nada malo mientras él siga a mi lado.
Los parpados de Justin comenzaron a temblar, escuchando así los sonidos que transmitía con su boca, indicándome que se estaba desperezando, conclusión: se va a despertar. Comencé a ponerme nerviosa, ¿qué le diré ahora? ¿Qué escusa pondré para justificar mi presencia aquí? No lo pensé dos veces y corrí hacia el baño de su habitación, intentando hacer el menor ruido posible, aunque creo que no complete la misión al cien por cien. Si, lo sé, nunca aprendo y es que podría haberme dirigido a mi habitación, ¡pero no! No hay mejor sitio para poder esconderse de Justin y que no me encuentre en su habitación, que esconderme en el baño de esta. Pegue mi cuerpo a la pared, rezando para que no se levantara de la cama y menos se dirigiera al baño. No escuchaba nada, pero aun así el silencio hacia que mis nervios aumentaran. Dicen que la curiosidad mato al gato ¿verdad? Pues nunca mejor dicho. Asome lentamente mi cabeza, comprobando que todo siguiera en su sitio y Justin no se hubiera despertado, y lo habría hecho si no fuera por unas fuertes pero suaves manos, las cuales me acorralaron contra la pared, haciendo que soltara un leve e inaudible gemido al sentir chocar mi espalda fuertemente con esta. Lentamente elevé mi cabeza, quedando fija así mi mirada en esos ojos miel que tanto me gustan, contemplando así ese brillo tan especial que abundaba en su mirada, siendo la Luna testigo de todo lo que estaba ocurriendo en esta fría pero intensa noche.
-¿Mía? ¿Qué haces aquí? –A pesar de la oscuridad, podía ver la confusión que inundaba su rostro, pero aun así, sonreía pícaramente…
-Yo… pues… ¡vaya! ¿Qué hago aquí? No me acuerdo de nada… seré sonámbula… ¡bueno, buenas noches, que descanses! –Me zafe de su agarre y salí con paso ligero del baño, me hubiera marchado de su habitación, si no fuera porque su brazo, agarrando el mío lo impedían. Giró mi cuerpo, rodeando así mi cintura con sus fuertes brazos, atrayéndome hacia su cuerpo y por inercia, posando mis manos en su pecho, el cual se encontraba sin ninguna camiseta cubriéndole, dándome cuenta de este hecho segundos después, dejando a la vista esos abdominales tan marcados, los cuales toda chica desea tocar.
-Con que… sonámbula, ¿eh? –Vi aquella sonrisa torcida sobre su rostro y al mismo tiempo pícara, la cual provoco que un escalofrió inundara mi cuerpo, recorriéndolo de pies a cabeza.
-Sí. –Dije bastante nerviosa, mientras tragaba saliva sonoramente.
-¿Enserio piensas que me lo creo? Voy a tener que darte clases de práctica para buenas escusas Mía. –Vale, me ha pillado, nunca se me ha dado mal esto de fingir y decir mentiras en situaciones las cuales las requieren, pero con Justin es distinto, y es que siento que sus ojos ven a través de los míos, viendo toda la verdad en mi mirada, haciendo que los nervios se apoderen de mi cuerpo y mi mente se quede en blanco- Y ahora, ¿vas a decirme que haces aquí a estas horas? – ¿Que contestar si cuando ni una misma logra entender nada? ¿Si cuando tu cuerpo actúa por si solo ignorando las órdenes de tu cabeza y haciendo lo que a él le plazca? Contestare con la verdad, simplemente con la verdad.
-¿Quieres saber que hago aquí? –Asintió- Pues siento no poder contestarte, ya que ni yo misma entiendo que es lo que pinto en tu habitación. Debería estar acostada sobre mi cama, durmiendo y teniendo dulces sueños, pero en cambio estoy aquí, en tu habitación, acabo de despertarte y lo peor de todo, es que no quiero marcharme… -¿Acabo de decir que no quiero marcharme? Oh Dios… ¡Acabo de decir que no quiero marcharme! Definitivamente he perdido el control de mi cuerpo y mi mente.
-No me has despertado por que ya estaba despierto, no podía dormir además… espera un momento, has dicho que… ¿no quieres marcharte? – Pude ver su perfecta sonrisa, mostrándome esos perfectos dientes blancos al terminar de decir su frase. Genial, ¿qué digo ahora? Los nervios en mi cuerpo acaban de multiplicarse por mil, si no fuera porque Justin me tiene agarrada, estaría en el suelo, ya que ni tan siquiera mis piernas me responden.
Débilmente hice fuerza con mis manos contra el pecho de Justin, separándome así de su ardiente cuerpo. Alce mi cabeza, fijando mi mirada en la suya, sus ojos me transmitían confusión, pero a pesar de ello, no perdían ese brillo tan especial. Puede que haya puesto una distancia intermedia entre nosotros en este instante, pero dicha distancia no era más de cinco centímetros, cinco escasos centímetros que separaban sus labios de los míos. Comencé a retroceder lentamente, al mismo tiempo que Justin avanzaba, siguiendo mis pasos, es como si… huyera de él. Andaba hacia atrás ciegamente, ya que mi mirada estaba clavada en la de Justin y no se separaban ni un segundo. No sé a dónde me dirijo, si a la puerta de su habitación, o sencillamente a ningún lado, solo espero no tropezar con nada. Esta situación que estábamos viviendo, parecía un baile, un lento pero bonito baile, donde por muchos pasos que retroceda, Justin los sigue, donde si paro, Justin para, haga lo que haga, Justin me imitará sin perder así el ritmo de este momento. Sentí como mis gemelos chocaban contra algo, perdiendo así el equilibro y cayendo sobre una superficie blanda y cómoda, su cama. En menos de un abrir y cerrar de ojos, Justin se situó sobre mí, agarrando cada una de mis muñecas delicadamente con sus manos, llevándolas así hacia atrás, quedando a cada lado de mi cabeza. Sentía su peso caer sobre mi cuerpo, pero no era molesto, al contrario, era demasiado agradable, ya que tenía toda la atención y delicadeza de no hacerme daño ni aplastarme con él. Mi respiración comenzó a acelerarse y entre cortarse, nuestros cuerpos estaban pegados, uno sobre otro, como dos piezas de un rompe cabezas donde por más que intentaban encajar en un hueco, aquel no era su sitio, y al fin acaban de encontrarlo, encajando a la perfección. Mi corazón parecía salir de mi pecho en cualquier momento, latía demasiado deprisa, al borde de explotar.
-¿Vas a contestarme ya? –Pregunto Justin en un tono de voz demasiado excitante. Su aliento daba de lleno en mi cara, al igual que su respiración y es que lo único que separa su rostro del mío, es una fina y molesta capa de aire.
-¿Cómo quieres que conteste si ni siquiera yo tengo una respuesta para la multitud de preguntas que predominan en mi cabeza? –Mi voz parecía ser lo único que aun mantengo bajo mi poder.
-Pregúntame a mí, puede que yo tenga la respuesta a tus preguntas. –Fugazmente, una idea alumbró mi mente y sin poder controlarlo, una sonrisa se escapo sin permiso de mis labios, lo que hizo que Justin sonriera conmigo.
Hice fuerza contra el cuerpo de Justin, este dudo, pero se dejo llevar, lo que conllevo a que ahora fuera yo quien estuviera sobre Justin, sonriendo. El ambiente era el más adecuado para esta situación, el cielo pintado de oscuro, una agradable oscuridad invadiendo la habitación, la cual, al mismo tiempo es alumbrada por la suave luz que desprende la Luna, esa Luna que no pierde lujo de detalles de esta noche.
-¿Por qué cuando estoy contigo o simplemente siento tu presencia, unas mariposillas comienzan a revolotear por mi estomago, produciendo una sensación tan maravillosa, la cual es imposible describir con palabras? –No sé de donde he sacado tanta valentía para que estas palabras salgan de mi boca, pero siento que me he quitado un gran peso de encima. Los ojos de Justin iban aumentando de tamaño conforme hablaba, para finalmente sonreír tiernamente e imitarme, siendo él ahora, el que volvía a estar sobre mí.
-Puede que esas mariposillas, estén a mi favor, porque si no me equivoco, sientes algo que no quieres descubrir, algo que te da miedo con tan solo pensarlo, pero, ¿sabes qué? Puede que este metiendo la pata hasta el fondo y me refiera a algo que no viene a la situación, pero de todos modos, quiero que sepas, que siempre voy a estar contigo, pase lo que pase. –Aquellas palabras, saliendo de la boca de Justin, viéndolo con mis propios ojos y sobre todo sin ser ningún sueño, me llegaron, me llegaron al corazón, haciendo que casi se escapara una lágrima de mi ojos, pero la controle.
Volví ha hacer el mismo movimiento de antes, tomando yo ahora el control de la situación, posándome sobre Justin, el cual aun no había borrado esa sonrisa tan tierna de su rostro, lo que hizo que sonriera acompañándolo.
-Si te dijera que tienes razón en todo lo que has dicho y casi me haces llorar con tus últimas palabras, ¿qué harías? –La sonrisa tierna de Justin se borro por completo, para mostrarme una sonrisa mayor, una sonrisa que refleja muchas cosas, demasiadas, una sonrisa, que sencillamente enamora.
Justin me agarró de la cintura, posándome en la superficie de la cama, a su lado y rápidamente volvió a colocarse sobre mí. Mordió su labio inferior, y a pesar de ser pleno invierno, estaba comenzando a tener calor, este chico supera los límites de perfección permitidos. Fue acercando lentamente su rostro al mío, besando así mi frente, para luego bajar su boca rozando mi piel y besar la punta de mi nariz, desviando su boca hacia su derecha, besando mi mejilla, para después, colocar su boca en mi oído, susurrándome en este.
-Lo que haría, sería esto. –Susurro. Mordió el lóbulo de mi oreja, haciendo así que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo al completo.
Justin fue haciendo una fila de besos desde mi cuello hasta mi mejilla y de mi mejilla daba pequeños besos lentos, muy lentos mientras se acercaba a mis labios. Sus labios contra mi piel eran una mezcla explosiva, provocando miles y miles de mariposillas en mi estomago. Rozo su nariz contra la mía varias veces, suave, muy suave, haciendo que el momento fuera más bonito aun. Sus labios estaban a menos de un milímetro de distancia, Justin fue acercándose muy lentamente, como si fuera a cámara lenta. Ahora sí, ahora si íbamos a besarnos, nada ni nadie nos iban a interrumpir este momento, este mágico momento. Rozo sus labios con los míos fugazmente, haciendo que mis piernas comenzaran a temblar provocado por los nervios, quería besarlo, quería probar aquellos labios tan apetecibles que tantas oportunidades he tenido, pero ahora, ahora es la definitiva, ahora sí, por fin voy a lograr mi meta. Y entonces, todo el tiempo que he estado esperándolo, todas las oportunidades fallidas, todos los recuerdos dolorosos, todo, se borro de mi mente en este instante, en este mágico instante. Sus labios terminaron de juntarse con los míos, ahora sí, esto sí es un beso de verdad. Si estuviera en mis manos, pararía el tiempo, congelando así este momento, haciendo que este beso nunca termine, que sea infinito. Sus labios posados sobre los míos, que sensación tan maravillosa. Comenzamos un juego de movimiento, un juego donde nuestros labios se movían al compás, sin perder el margen, encajando a la perfección como dos piezas de un mecanismo. Al principio el beso solo fue movimiento, pero la cosa cambio, el beso se volvió más pasional, con mas lujuria. Justin entre abrió su boca, dando paso a su lengua, lo cual hizo que yo también abriera la mía, donde mi lengua esperaba la suya con ansias, donde una vez se juntaron, comenzaron a bailar un precioso vals, sin separarse ni un instante, mientras la lengua de Justin inspeccionaba mi boca, sin dejarse ningún rincón por ver. Pero teníamos que separarnos, el aire que permanecía guardado en mis pulmones se gasto, por lo cual necesitaba respirar, y por lo visto, Justin también. Nos separamos lentamente, parecía que nuestros labios no querían despedirse los unos de los otros, pero finalmente tuvieron que hacerlo. Tome aire, mi respiración era acelerada, igual que la de Justin. Lo miré a los ojos, nuestras miradas se cruzaron, y sin entender el porqué, mis mejillas se ruborizaron. Sin duda, este ha sido el mejor beso de mi vida, jamás, y repito, jamás, un beso me ha transmitido tantos sentimientos juntos, pero sobre todo, jamás me había transmitido amor, ese amor que tanto necesito.
-Eso, es lo que haría. –Dijo Justin. Poso so mano en mi mejilla derecha, acariciándola suavemente. Sonreí y lo abrace, acabando de juntar nuestros cuerpos, sintiendo el latir de su corazón, sus rápidas pulsaciones eran una dulce melodía para mis oídos. Nos sentamos sobre la cama, ¿qué será lo que va a ocurrir ahora? ¿Después de este beso? Justin no borraba esa sonrisa de su rostro y yo no hice el mínimo esfuerzo por borrar la mía.
-¿Quieres dormir esta noche conmigo? –Pregunto con ese brillo esperanzador en su mirada.
-¿Y si nos ve tu madre? –Pregunte esta vez yo un tanto preocupada, no había pensado en Pattie, ¿qué haría si supiese que nos hemos besado de una forma tan… especial?
-Tranquila, mi madre se va a trabajar antes de que nos despertemos nosotros, y no acostumbra a fisgonear por las habitaciones, pero si se diera el hecho, estoy seguro de que sería tal la felicidad que recorrería su cuerpo, que prepararía una fiesta en casa. -Carcajeo en voz baja y yo reí por su comentario.
Gateé hasta la almohada de la cama y me adentré en ella, tapándome con el edredón, Justin sonrió e imito mis movimientos, adentrándose en la cama, quedando cara a cara. Pasó su brazo por mi cintura y me acercó a su cuerpo, mientras pasaba mis brazos por su espalda aferrándome así a él, durmiendo abrazados. Lo tengo claro, ese beso que hemos compartido, me ha abierto los ojos, me ha hecho ver, que tengo delante a la persona que busco. Es irónico pensar como tu peor enemigo, ha pasado a ser tu amor y es que si del amor al odio, hay un paso, del odio al amor, hay menos de eso. Esta noche será inolvidable para los dos, esta noche, donde la Luna es nuestro cómplice, donde la Luna guardara este secreto, donde la Luna, ha sido ese Cupido que ha hecho que esta noche, sea tan mágica y especial, donde ha hecho que esta noche, mostremos nuestros sentimientos sin obstáculos intermedios, donde esta noche, nos hemos besado por primera vez, mostrándonos uno al otro, nuestro verdadero yo, donde esta noche, me ha hecho abrir los ojos, dándome cuenta, de que lo quiero.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)